El pasado anda atrás de nosotros de Juan Pablo Villalobos

Una trama llena de nostalgia y humor en 'El Pasado Anda Atrás de Nosotros' de Juan Pablo Villalobos. Una historia que navega de recuerdos y chismes en un Pueblo Mágico

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Memorias del Crimen

Estamos aquí por la nostalgia. Cuando rebasamos cierta edad –digamos los 30 o 40 años– comenzamos a recapitular nuestra vida a partir de los recuerdos –de los agradables y de los dolorosos–. En El pasado anda atrás de nosotros, Juan Pablo Villalobos nos presenta a un personaje que bien podría ser él mismo pues vive en el extranjero y acaba de regresar a Lagos de Moreno, Jalisco para cuidar a sus papás. Y digo “podría” porque no es.

La novela se mueve entre lo absurdo que tienen todos los Pueblos Mágicos de México y el trip que una pastilla puede ponernos, de manera tal que la novela a veces se nos presenta borrosa. Y esto no es un signo negativo, por el contrario, el de Villalobos es un acierto pues nuestros recuerdos así se nos presentan.

¿A quién no le ha ocurrido que al comparar las versiones de los recuerdos con otra persona que atravesó lo mismo que nosotros resulta que tiene otra versión de los hechos?

Juan Pablo regresa para cuidar a sus padres pues tiene una deuda moral con ellos y en las primeras noches que está en Lagos, Everardo, un amigo de la infancia lo invita a salir por unas cervezas. Ahí arranca el conflicto de los primeros días entre alcohol y pastillas y cobrar una deuda de hace muchos años, pues Everardo era el bully que lo molestó por años.

Uno de los recuerdos se atraviesa en la noche, entre cervezas y cacahuates para, justamente, obtener dos versiones de un mismo hecho: a Juan Pablo y a uno de sus hermanos los habían mandado por nopales y Everardo se les había pegado, calles más abajo se encontraron con una zanja y el hermano de Juan Pablo, al intentar brincarla, cae dentro de ésta y la reacción de Everardo no se deja esperar: se ríe a carcajadas mientras su compañero está preocupado por la vida de su hermano.

Esta anécdota funciona como motor para que Juan Pablo decida ajustar cuentas y golpear en la cara a Everardo, milésimas de segundo antes, Everardo le confiesa que tiene cáncer. No obstante, un puño ya está en camino a estrellarse en su rostro.

A partir de ese momento los recuerdos se vuelven más profundos, más confusos y más entrañables. Lo mismo ocurre con la relación con sus padres, en especial con la madre del protagonista quien, aparentemente, tiene una enfermedad que llevará a unir a todos sus hijos para tratar de resolverla.

La figura tanto del padre como de la madre para el hijo que vuelve, para el hijo que siempre ha huido es de cuidados, son figuras que consecuentan que uno de ellos haya elegido el autoexilio y que pocas veces regrese al país.

El pasado anda atrás de nosotros puede verse como una novela que buscar cortar, de una vez y para siempre, el cordón umbilical que muchos mexicanos aún traen enredado en el cuello y que pocos han podido quitarse.

Ese pueblo, esas calles ya no son como eran antes y la gente, en esencia, continúa con sus mismos actos, sus mismas costumbres, con el mismo folclor que los ha caracterizado por lustros: el chisme y el rumor es el pan diario, en el que hasta los propios familiares se pueden convertir en jueces. Basta una trapa verbal y de pensamiento para caer en las redes de nuestro interlocutor y terminar aceptando algo que nosotros jamás pensamos que podríamos aceptar.

El conflicto de la novela se complicará cuando todo el pueblo se entera de que Everardo ha muerto apenas unas horas de haber salido con Juan Pablo a tomar cervezas. En ese momento vecinos, ex compañeros del colegio, amigos de la infancia, tíos, hermanos y hasta los propios padres de Juan Pablo lo verán como el posible homicida.

No queda exenta la novia de la juventud, quien gracias a ese artilugio del argumento hace que el protagonista se inculpe apenas con un asentir de cabeza:

–¿Qué fue lo que le diste a Everardo? –me preguntó entonces Berta, que había vuelto a sus chilaquiles.

–¿Cómo?

–Te vi cuando le echaste la pastilla en la cerveza –dijo. […] No te estoy acusando de nada, la verdad es que ya andaban muy pedos. […] Everardo era un atascado. Seguro le dio un ataque por algo que se metió, pero no te preocupes, yo te voy a guardar el secreto, por lo viejos tiempos.

Guiñó el ojo derecho riéndose (Villalobos, 207-208)

El pasado anda atrás de nosotros es una novela que pone como escenario un Pueblo Mágico, cuyo telón de fondo conlleva los murmullos y los chismes, pero también el abuso de pastillas para tener un speed o para dormir, pastillas que se reparten entre los adultos como si fueran caramelos. ¿Cuántos mexicanos llevan en sus bolsos una cantidad de pastillas que pueden emplearse para remediar cualquier tipo de malestar? Si a alguien le duele la cabeza, el estómago o tiene escurrimiento nasal, siempre habrá alguien que pueda auxiliarlo con una pastilla: “Tómate esto, te hará sentir mejor, no te hará daño”, suele ser el argumento.

Otro telón de fondo es el narcotráfico, aunque aparece en unas cuantas páginas, es necesario decir que tiene un peso específico interesante en el desarrollo de la novela.

Con El pasado anda atrás de nosotros se ha dicho que Villalobos concluye un ciclo de tres novelas que inició con No voy a pedirle a nadie que me crea y Peluquería y letras (también publicadas en Anagrama), y ello lo convierte en una voz sólida en la narrativa no sólo mexicana sino hispana.

Esta novela no deja de lado el humor ácido que caracteriza al autor, un humor involuntario que lleva a los personajes a convertirse, en muchas ocasiones, en caricaturas de ellos mismos.

Estamos aquí para reírnos de nosotros, pero mucho también le debemos a la nostalgia permanecer atados a este mundo.

Me despido como decía el maestro Ibarra Mazari: ya mis burros van lejos, voy y vengo.

 

El pasado anda atrás de nosotros de Juan Pablo Villalobos. Editorial Anagrama. 2024.

Óscar Alarcón (@metaoscar)

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