Nadie duerme en el mundo de Alejandro Paniagua

Recomendación: Nadie duerme en el mundo de Alejandro Paniagua

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Memorias del Crimen

Por Óscar Alarcón (@metaoscar)

¿Con qué material se puede remendar el universo?

Nadie duerme en el mundo

Alejandro Paniagua Anguiano. pp 24

La narrativa de Alejandro Paniagua Anguiano en Nadie duerme en el mundo (Textofilia, 2023) –y en sus más recientes libros– nos hace parecer que sus inicios son ruidosos y turbulentos, pero esta cualidad no es de signo negativo, por el contrario, describe todo aquello que pasa en la mente de sus personajes, tanto que, quien se enfrenta a la lectura, entrará perturbado al desarrollo de la historia.

Basta recordar los arranques de la novela

Tres Cruces y del libro de cuentos Inmovilidad.

Lo que ocurre, específicamente, con el inicio de Nadie duerme en el mundo es como si todos los objetos, las personas, los animales fluyeran hacia un campo de atracción magnética, cuyo centro son las escenas que se construyen y, poco a poco, ese zumbido se calma.

Una vez que el lector se va acostumbrando a la vorágine con la que suceden los capítulos, hasta tomar ritmo de lectura, es cuando presencia la rutina de una pareja de hombres que cuidan a su hija Itzuri.

Se trata de Andino y su pareja, este último tiene un oficio peculiar –por no decir simbólico– y al mismo tiempo inútil, ya que es un velador de una bodega de escaleras.

El narrador les habla a las escaleras sin obtener respuestas más que las preguntas que él mismo se formula: “¿Con qué material se puede remendar el universo?” y traslada la pregunta al lector.

Desconcertado, uno responde que no existe ese material, que, quizá, el amor sea lo más cercano y con tristeza descubrimos que, a veces, no alcanza para, ingenuamente, cubrir los vacíos que tenemos en nuestra vida y, al mismo tiempo, creer que nuestra presencia en la vida del otro puede llenarle también esos huecos vitales.

Las escaleras a las que vigila se convierten en un símbolo, más cuando sabemos que, en muchas ocasiones, solo sirven para subir o para bajar. Ascensos y descensos, como ocurre con la estabilidad emocional de la pareja: cuando uno de ellos tiene sueños asesinos, que pondrán en riesgo la vida de las personas que lo rodean.

Alejandro Paniagua Anguiano es un autor que gusta de trabajar con símbolos, en cada una de sus obras encontraremos varios de ellos, en Nadie duerme en el mundo no es la excepción: escaleras, caballos, ventanas abiertas, la noche; todo se confabula para hacernos creer que, aquel que escucha voces, en realidad no las está oyendo. ¿O si las oye? ¿O no?

Tal vez deberíamos de desconfiar un poco menos de aquellos que tienen temor de que la presencia de la muerte regrese a casa.

Un símbolo más: Itzuri, la hija de la pareja –cuyo significado es “agua”– se convierte en el equilibrio entre ambos hombres. El personaje sin nombre regresa a su infancia y entonces juega a las escondidas con su madre y pareciera que nadie logró encontrarlo nunca, pues:

“Me escondí entre su vestido de novia percudido y el esmoquin acartonado de mi papá”, lo que nos hace ver la opresión del personaje por las dos figuras totémicas de cada ser humano: el padre y la madre avejentados, sucios y olvidados en el fondo de un armario.

Nadie duerme en el mundo es una novela sobre la enfermedad y sobre lo que le ocurre a la gente que está alrededor: cómo lidiar con las enfermedades mentales, con los tumores que poco a poco se apoderan de nuestros órganos hasta hacernos parecer que somos los invitados en nuestro propio cuerpo.

Las alucinaciones, voces y hasta sensaciones se manifiestan en el cuerpo del enfermo, pero trasgreden la corporalidad y llegan a las personas que están junto, de modo tal que no solo se enferman físicamente, sino que también pueden llegar a escuchar las voces. Creer en ellas, tener miedo de los caminos hacia donde se puede dirigir aquel que es habitado por una voz de mando.

Alejandro Paniagua Anguiano se reinventa en cada novela, evoluciona en su escritura y ha entrado a una madurez temática contemporánea: la violencia intrafamiliar y la enfermedad son una maquinaria para hacer perder los estribos al más cabal de los seres.

Me despido como decía el maestro Ibarra Mazari: ya mis burros van lejos, voy y vengo.

Nadie duerme en el mundo de Alejandro Paniagua Anguiano. Textofilia, 2023.

Nadie duerme en el mundo, Alejandro Paniagua Anguiano
Nadie duerme en el mundo, Alejandro Paniagua Anguiano

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