Kafka: A 100 años de su muerte

Aniversario luctuoso de Kafka

Murió Kafka. Hace cien años el escritor más leído en lengua alemana dejó este mundo y una obra indemne en el imaginario de millones de lectores. Pero más allá de su importancia y capacidad de vislumbrar los procesos de dominación política, así como el aparato crítico hacia los sistemas de poder, habrá que resaltar las explicaciones que ofreció para las cicatrices colectivas a través de la literatura.

Kafka fue un hombre observador y sensible a cualquier forma de colonización, que encontró en la narrativa una vía para nombrar la pesadumbre de una época. Lo kafkiano es aquello que atormenta, que genera desasosiego, cuya corporalidad es abstracta, aunque las consecuencias se multiplican en centenares de metamorfosis sociales.

Las biografías son mitos, y si bien el escritor checo es representado por sus cartas y diarios como un sujeto incapaz de crear relaciones personales sólidas, sin duda es de los pocos autores que logró ser comprendido, pues contó mejor que nadie la frustración por las vicisitudes de lo cotidiano y los sentimientos de persecución del individuo que padece una misma tragedia. 

En mis recuerdos yacen los relatos, novelas y textos personales que Kafka esbozó con ahínco. No valdría la pena ahondar demasiado en la relación con su padre, los amoríos frustrados o el desenlace trágico e inesperado que trajo la imprudencia de la enfermedad, ya que su escritura lo cuenta por sí misma y permite al lector avezado conocer a un artista que entendió la vulnerabilidad humana a costa de su propia vida. 

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