El libro uruguayo de los muertos de Mario Bellatin
El Libro Uruguayo de los Muertos (Sexto Piso, 2012), en donde lo mismo vemos a Sergio Pitol platicando con Mario mientras convalece de fiebre.
La narración de Mario Bellatin siempre ha sido vertiginosa. No por la rapidez con la que escribe, sino por los temas, los personajes y los escenarios que aparecen y desaparecen en cada uno de sus libros. Es el caso de El Libro Uruguayo de los Muertos (Sexto Piso, 2012), en donde lo mismo vemos a Sergio Pitol platicando con Mario mientras convalece de fiebre, o un niño que sueña con una familia de toreros enanos. El carácter de cada una de las obras Bellatin es de ruptura. Con El Libro Uruguayo de los Muertos, parece dar una mejor forma a lo que podríamos llamar su obra total: se alejó de escenarios terribles como los que aparecían en Salón de Belleza o La Jornada de la Mona y el Paciente, pero sólo es un alejamiento, pues no hay un abandono de los escenarios vitales, aunque oscuros y trastornados, enfermos. La subjetividad a la que Mario Bellatin llega es a tal grado que los lectores jugarán a construir la narrativa que les plazca, lo que el subconsciente le mande, o lo cualquier otro tipo de lectura azarosa le permita edificar a partir de los textos propuestos por el autor. Sergio Pitol y los muñecos colocados como una instalación en La Habana; la biografía de Frida Kahlo y la aparición de una Frida que no es pintora; el escritor Duardo que escribe en Venetto –y para aquellos que conocen Chipilo sabrán a qué escritor se refiere Mario–; Franz Kafka y la enfermedad; el escritor Iván Thays a quien Sergio Pitol ayuda en un momento de emergencia; y sin duda, los perros de Mario Bellatin, destacando la aparición de Perezvon –el nombre viene de la novela Los Hermanos Karamazov de Dostoievsky– aparecen para armar otra novela aparte. La apuesta de El Libro Uruguayo de los Muertos son los (pre) textos que Bellatin usa de guía para que cada lector construya a su agrado la obra, por lo tanto, habrá tantos libros como lectores e interpretaciones pueda haber, ¿les suena familiar? Pero no sólo a nivel literario, sino que pueda ir más allá: me encantaría ver una instalación similar a la que se describe que ocurrió en La Habana; me agradaría ver al ciego que aparece en el libro y que da masajes en una de las estaciones más concurridas del metro de la CDMX. El Libro Uruguayo de los Muertos contiene El Libro-fantasma de El Libro Uruguayo de los Muertos, el cual contiene una serie de fotografías –otro de los temas propuestos por Mario Bellatin en el primero– y textos realizados por ¿Mario Bellatin?; lo curioso del libro fantasma es que lo puedes o no encontrar en El Libro Uruguayo de los Muertos, una vez que lo hayas comprado. Lo ideal es que aparezca para concluir con el ciclo extraliterario planteado por el autor. Si alguien busca renovaciones literarias, alejado de las etiquetas de “Nueva Generación”, El Libro Uruguayo de los Muertos es la puerta. Mario Bellatin no es el dueño de la casa, es quien abre y nos invita a pasar. |
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