Golpeadores al poder: La izquierda que debe morir

Desde regidores hasta jefes de Estado: la clase política de izquierda no se exime de ejercer violencia contra las mujeres.

La semana comenzó agitada en Puebla y a nivel internacional. Este lunes compañeras del Frente Poblano de Mujeres contra Deudores Alimentarios publicaron videos del regidor Ángel Rivera Ortega en los que violentaba psicológica y físicamente a sus hijas y a la madre de éstas.

Es importante mencionar que es la segunda vez que Rivera Ortega es regidor, pues es una de las pocas personas que logró repetir por acuerdo políticoen la planilla de MORENA durante el proceso electoral 2021 y que a último momento se cambió al PT.

Las compañeras feministas en Puebla históricamente han acompañado denuncias de violencia contra políticos. Uno de los casos  más emblemáticos es el de Lydia Cacho y a partir de éste, con mayor soltura y fortaleza han levantado la voz para señalar la violencia perpetrada por estos sujetos a lo largo de los años. Muchas de ellas, la gran mayoría, han pagado un alto precio por alzar la voz. 

Casi al paralelo, se hizo público a nivel internacional que Fabiola Yañez, ex primera dama, había denunciado a Alberto Fernandez, expresidente de Argentina. Esta noticia fue un gran golpe para la izquierda argentina, latinoamericana y desde luego, para el peronismo. Situación que coincidió además con la gira en México de la expresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. 

Además de ser violentadores, dos cosas más tienen en común Ángel Rivera y Alberto Fernández: militar en la izquierda y formar parte de gobiernos que prometieron hacerle justicia a las mujeres. 

Por eso nos duele y nos indigna más el incumplimiento a los ideales de los partidos que los postulan y a la narrativa con la que se manejan, porque de la derecha nos esperamos lo inminente, pero de la izquierda deseamos que nuestros compañeros no repliquen aquellas prácticas que vulneran y ponen en riesgo la vida de las mujeres.

A diferente escala y magnitud, ambos han utilizado medios políticos a su favor para vivir en total impunidad. La denuncia que realizó la exesposa del regidor Ángel Rivera no ha prosperado hasta el momento. Esto no porque sean inexistentes los elementos para judicializar su carpeta, sino porque la justicia mexicana parece estar diseñada para fallar constantemente a las mujeres y fallar completamente cuando se trata de alguna persona con poco o mucho poder. 

Por el otro lado, con Alberto Fernández hasta hoy se comenzó a revisar las evidencias de imágenes tomadas durante el periodo más álgido de la pandemia en las que Fabiola Yañez se veía notoriamente con la cara hinchada pero cubierta de maquillaje, y comienzan a circular las versiones del silencio presidencial que guardaron muchas personas cercanas a la presidencia argentina, quienes callaron la situación que veían a diario entre la pareja más observada del país. Hoy no es gratuito que ella decidiera realizar su denuncia de manera virtual desde algún lugar seguro en España. 

Romper el silencio cuesta. Como siempre, coyunturas como esta ponen a dudar a las personas sobre las versiones. Sin embargo, algo que he aprendido después de varios años acompañando a mujeres víctimas de violencia de familiar, es que romper el silencio sobre la vida íntima, es probablemente una de las cosas más difíciles en la vida de las mujeres. Porque simple y sencillamente el sistema patriarcal nos inculca desde que somos niñas, que el espacio íntimo familiar es algo sobre lo que debemos guardar silencio y que debemos de aguantar todo lo que nos hagan. Incluso lo que la mayoría de mujeres sienten al hacer pública su historia es “pena”. Como feminista siempre pienso que la pena la deberían de sentir los hombres, pero normalmente la sienten las mujeres y por el contrario, lo que sienten los hombres es enojo que llega hasta la ira, al sentirse traicionados por la principal persona que “debería” de aguantarles todo. 

Hablar es difícil para cualquier mujer víctima de violencia. Hablar nos marca y el día en que rompemos el silencio, también nace otra mujer que no conocíamos, otra versión de nosotras. Se necesita tener mucho valor para exponer un video de tu vida íntima en donde tu pareja le grita sin escrúpulos a tus hijas, se necesita mucho valor para haber sido una de las mujeres más poderosas de tu país y decir públicamente que la persona que juró proteger a todas las mujeres de una nación, mintió y decidió violentarte.

Para mi estimada audiencia les debe de quedar algo muy claro, por si hasta este momento hay incógnitas: en ambos casos existen pruebas documentales y testigos que confirman las acusaciones. Con el respeto que tenemos a la presunción de inocencia, aquí tenemos los elementos suficientes para tomar postura y establecer veredictos: ambos son violentadores.

El camino al acceso a la justicia es otro gran tema, en donde las visiones punitivistas chocan con las antipunitivistas. Lo único que tengo claro, es que existen muchas justicias y todas las personas violentadas tienen su propia definición y necesidad de la misma. Pero como son casos que interpelan espacios de organización colectiva y política, no podemos perder de vista las medidas de no repetición.

Con 11 mujeres asesinadas al día de acuerdo con ONUMujeres-México, no podemos seguir pasando los casos uno en uno como si nada. Debemos de tomarle seriedad a los procesos internos sobre selección de perfiles y sobre la construcción de medidas y acuerdos partidistas que tengan la capacidad de atender y hacerse responsables de las postulaciones que se realizan. Si una persona que fue postulada a un cargo comete o cometió delitos, no solo debe de quedarse como un caso aislado o “personal”, los partidos tienen que responsabilizarse sobre qué tipo de personas nos ponen como representantes.

En México ya no es suficiente con firmar una carta de que no eres una persona que cometió violencia, sino que sin tanto reformismo, las dirigencias de los partidos deben de ejecutar congruencia con sus decisiones. No podemos ni de cerca combatir los feminicidios, si tenemos políticos que violentan, mienten y manipulan.

 Celebro que el silencio se rompa, respaldo las denuncias, y llamo a las personas que me leen a acompañar y sostener los procesos de las mujeres que valientemente rompen el silencio. La izquierda machista que solapa violentadores debe de morir, si es tiempo de mujeres, no queremos a ni una más violentada. 

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