Circos romanos y muchos “bellacos”

Los tribunos del Senado dando un show exultante. Noroña disfrazado de “señorito progre” y la senadora Lily Téllez envuelta en su rosario de amargo conservadurismo, gritándole “bellaco”

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Memorias del Crimen

El desaseo, la corrupción y la descomposición en las cúpulas de la política en México han tocado fondo. Ningún partido político escapa a los últimos episodios donde la lectura es cruda y real sobre el ejercicio de un poder exacerbado por impunidad, cinismo y egoísmo.

El ejercicio de la política muy difícilmente está al margen de la oscuridad de las componendas y arreglos cupulares, como condición para detentar el poder en esos grupos que se convierten en los máximos cotos de poder.

Lo hemos visto en distintos tiempos de la política mexicana, sin embargo, en los actuales, la descomposición ha reflejado la gravedad de hacer por el poder todo lo que se tenga al alcance para “poder”, así de simple.

En el caso de los partidos, las militancias son una simple simulación que sirven de porrismo real para avalar los nombramientos y ascensiones que, si bien avergüenzan, se aceptan como una forma de alinearse al redil.

Y en el caso de la ciudadanía, la gravedad estriba en ver que sus votos en las urnas no fueron respetados, pues desde las cúpulas, partidos y gobiernos se encargaron de bajar, subir y “ajustar” victorias y derrotas a conveniencia.

El clímax de la efervescencia política lo apreciamos en días pasados, durante la previa y posterior aprobación de la reforma al poder judicial.

Como en un circo romano, la política del país mostró sus peores rostros. El poder en turno amagando, corrompiendo, emplazando, humillando. En tanto, sus detractores, doblados, vilipendiados, debilitados.

La traición coronó el pastel de los que formaron parte de una famélica oposición, construida en muchísimos intereses y negocios que cuidaron a costa del desmoronamiento del poder judicial mexicano.

La imagen de Miguel Ángel Yunes Linares entrando al recinto legislativo forma parte de una historia en la que se recordará a un personaje que mordió una dignidad fraguada en negocios muy oscuros. Sus ojos desorbitados y su mano temblorosa mientras negaba ser traidor frente a un pleno frenético, enloquecido, burdo, patético. 

La dupla de padre e hijo creyendo que también son dueños de las militancias y aferrándose a un PAN que tardó horas para expulsarlos.

La colérica Roció Nahle enviando desde su bastión Veracruzano un mensaje que dejaba clara su maniobra para que Morena atrancara la puerta a los Yunes

En tanto, Movimiento Ciudadano partía naranjas con una historieta que poco tardó en ser descubierta. El senador Daniel Barreda, “el escapista” como le llamó Adán Augusto, no pudo sustentar de manera firme una ausencia que fue cobijada por un silencio “Dantesco”.

Los panistas colocando en el tiro al blanco a un Marko Cortés desdibujado por su cadena de errores. Los centuriones y artemisas azules afilando la lanza para abrir los nuevos frentes y “aprovechar” el momento para iniciar las “campañas” disfrazadas rumbo a la salida de Marquitos.

Ricardo Monreal asestando golpes de presión para evidenciar que su tribu ya no lo es. Ahora pasaron a ser una de las élites de la nueva monarquía guinda. Protege a “Caty” –su hija- que como buena oruga, está necia en ser mariposa. 

Monreal es el nuevo “Señor de los anillos” quien no va ni al baño, sin la compañía y protección de su escudero, Pedro Haces.

Los tribunos del Senado dando un show exultante. Noroña disfrazado de “señorito progre” y la senadora Lily Téllez envuelta en su rosario de amargo conservadurismo, gritándole “bellaco”, como si se tratara de un reality en el clímax de la eliminación.

Adán Augusto ebrio por la soberbia del poder, grita: “El escapista”, cuando en el pase de lista nombran al senador naranja Daniel Barreda. 

Es entonces cuando suena la carcajada sonora abierta, desfachatada de una Andrea Chávez demente de poder y soberbia que se sabe protegida por la mano del “portero del paraíso”, el buen Adán.

El rostro adusto de un Omar García Harfuch, incómodo, a media sonrisa y casi contando el tiempo para salir de ahí. No es su ambiente, no encuadra con esa militancia morenista que lo mira como una ficha con calzador.

Y como si lo bizarro no bastara para inundar a la política de nuestro país, el PRI de pronto muestra su lado “democrático” y se mantiene como bloque votando en contra de la reforma. 

Alejandro Moreno “Alito” fajador y conocedor de las arenas de lucha libre en pantanos de acarreos y fraudes, advierte la embestida que enfrentará para quitarle su triunfo como Presidente Nacional del PRI que, dicho sea de paso, hay que recordar se consumó al mejor estilo de “Nerón “para erigirse como sueño de un PRI en franca extinción.

En las cúpulas de los partidos políticos en el país se alistan los reacomodos que traerán nuevas luchas intestinas de poder letal, solo que ahora serán batallas internas.

Algo hemos hecho mal como país y como sociedad para que las cúpulas de los partidos políticos hayan llegado a este grado de descomposición donde el cinismo, la corrupción y el nepotismo son condiciones irrestrictas para llegar a detentar el poder en México. 

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