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Presidente Trump 2.0

La emisión de diversas órdenes por parte del Presidente en su segundo mandato, ha generado comentarios de si cuenta o no con la competencia para ello

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De acuerdo con el párrafo primero del artículo 2, sección 1, de la Constitución de los Estados de América, el Presidente tiene la atribución para dirigir y encausar el poder ejecutivo de la Unión y esta línea inicial ha sido la base para la expedición de órdenes ejecutivas, mismas que se dirigen a la administración pública federal y que no requieren aprobación del Congreso estadounidense

La vertiginosa y masiva emisión de diversas órdenes por parte del Presidente en este su segundo y no sucesivo mandato, ha generado múltiples comentarios en torno a si cuenta o no con la competencia para ello. Indudablemente, ha sido parte del sello de cada Presidente el dar continuidad o revertir las órdenes de su predecesor y este es el caso de la versión aumentada y potencializada del gobierno federal entrante. 

Claramente y plagado de múltiples descalificativos, el Presidente Trump se desmarca del expresidente Joseph Robinette Biden Jr., y ha producido en un par de días una cascada de decisiones que ya habían sido anunciadas y que no muchos creían se atrevería a generar. Dichas dudas, olvidan que durante su campaña electoral anticipó el contenido de ellas y su expedición son el cumplimiento de promesas de campaña. 

Más aún, constituyen la voluntad de sus electores al haber alcanzado 312 votos del colegio electoral, equivalentes al 49.8% del total de sufragios y llevarlo a ganar el voto popular de los estadounidenses con más de 77 millones 303 mil votos efectivos

El entusiasmo de sus votantes es manifiesto y se advierte dentro de un escenario de crisis que enfrenta dicho país, tanto en materia migratoria, como de salud pública y de seguridad, por lo que las órdenes ejecutivas masivas son una clara muestra del interés del titular del ejecutivo por hacerse notar y lograr resultados en el corto plazo, sobre la base de una política nacionalista, de corte proteccionista y claramente mercantilista, y que además muestra su separación de políticas socialistas instauradas desde la presidencia del demócrata Lyndon Baines Johnson.

En el caso mexicano, la llegada del Presidente Trump y sus órdenes ejecutivas restablecieron el programa “mantente en México”, para el caso de solicitantes de asilo, canceló de inmediato el programa “CBP One”, por el cual se empleaba una aplicación para facilitar el acceso de extranjeros a su territorio, y facultó a la patrulla fronteriza y a la Guardia Nacional para repatriar, rechazar o retirar a cualquier extranjero que ingrese por vías no autorizadas en la frontera sur. 

Igualmente, declaró una emergencia nacional en la frontera con nuestro país, con lo cual se activan diversas acciones y recursos económicos encaminados a evitar el paso ilegal de extranjeros, procurando que solamente se verifiquen en los puertos migratorios autorizados.

Todas estas medidas están, indiscutiblemente, en el ámbito de su competencia y no es dable asumir batallas fundadas en la ilicitud o la ponderación de los intereses particulares por encima de los generales, como es evidenciado, por el voto de la mayoría.

 

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