Tenemos que aprender a asumir la responsabilidad de nuestros votos, de la elección y el respaldo que en su momento hemos otorgado a actores que nos fallaron y nos seguirán quedando a deber.
En los escenarios complejos que enfrentamos a nivel nacional se hace imprescindible hacer un análisis puntual de responsabilidades, esas que generalmente endosamos a la clase política, a los gobernantes, a los hombres de empresa y a quienes mueven los hilos de un país que va en caída libre para el quebranto democrático. Los ciudadanos también tenemos que aprender a asumir la responsabilidad de nuestros votos, de la elección y el respaldo que en su momento hemos otorgado a actores que nos fallaron y nos seguirán quedando a deber. Vayamos de las generalidades a esas individualidades donde muchos tenemos responsabilidades. Hoy en Puebla miles de ciudadanos somos responsables de: Tener un gobernador como Alejandro Armenta ejerciendo el poder como en el túnel del tiempo, donde a la vieja usanza nos ha trasladado a los tiempos del recordado gober precioso Mario Marín. Somos responsables de no exigirle cuentas, transparencia y cese de dispendios a un gobierno estatal donde se derrochan miles de millones de pesos para la organización de una Feria opaca, sin resultados reales para el comercio local y donde se intuye la falta de probidad en la asignación de contratos. Somos culpables de todo el nepotismo que se ejerce en las Secretarías del Gobierno estatal, donde laboran hijas, sobrinos, suegros, primos de funcionarios que hacen alarde de darle prioridad a los bolsillos familiares. Somos culpables de tener un Presidente Municipal como José Chedraui quien gobierna como si estuviera en el escritorio de Chemtex. Somos culpables de no exhibir la misoginia de gobernantes estatales y municipales que humillan, violentan, señalan y excluyen a mujeres de sus administraciones revictimizándolas al señalarlas de no querer trabajar o decirles que “sigan las instrucciones de regidores”. Somos culpables de tener una oposición de cartón y simuladora. Somos culpables de que los dirigentes del PAN en Puebla apapachen al gobernador Armenta y solo apunten a José Chedraui. Somos culpables de tolerarle la amnesia a Eduardo Rivera y su clan, quienes saquearon las arcas municipales y hoy pretenden erigirse como “oposición” dentro de otra endeble oposición como es el PAN. Somos culpables de tolerar que los riveristas pretendan endosarnos a sus esposas y familiares como próximas candidatas en Puebla. Somos culpables de callar frente a un PRI desarticulado que se mueve sin rumbo y de acuerdo a las conveniencias del día. Somos culpables de ver un Movimiento Ciudadano callado, omiso, descolorido y vaciándose frente a la poca empatía de su dirigente estatal, Fedhra Suriano. Somos culpables de mirar un Congreso Estatal levanta dedos donde nadie de los diputados dignifica su trabajo en las curules. Somos culpables de tolerar las ocurrencias que se articulan como puntos de acuerdo, iniciativas y propuestas que tienen un impacto cero en las exigencias que los ciudadanos debemos señalar. Somos culpables de tolerar que el Congreso se utilice para ser un ente de porrismo gubernamental donde su Presidenta Laura Artemisa García aplaude y aplaude a la menor provocación frente a todo acto gubernamental. Somos responsables de convalidar la simulación periodística de quienes establecieron su modus vivendi vía convenios. Somos culpables de ser esta sociedad omisa donde hasta que nos toca saltamos, hablamos, denunciamos y exhibimos. Hoy somos responsables de tener una Puebla con gobiernos de cuarta, oposiciones de quinta y diputados de sexta. Mientras como sociedad solo exijamos desde un pedestal sin movernos ni accionar cambios, no tenemos derecho de quejarnos frente a esta Puebla difusa, opaca, insegura, pero, sobre todo, impune.
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