El alcalde estrella de Cuyoaco nos recuerda que el poder sí marea... y mucho

En pleno centro comercial, entre pasillos perfumados y luces LED, nuestro alcalde estrella decidió recordarnos que el poder sí marea

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¡Vecinas, vecinos!

Por supuesto que uno pensaría que un domingo cualquiera en Angelópolis es para pasear, mirar vitrinas, comer un helado... o, si eres Iván Camacho Romero, presidente municipal de Cuyoaco, es buen día para armar un zafarrancho porque una tienda no quiso devolverte una prenda con más historia que credibilidad.

Y es que miren ustedes que, en pleno centro comercial, entre pasillos perfumados y luces LED, nuestro alcalde estrella decidió recordarnos que el poder sí marea... y mucho.

Que porque hace ocho meses compró un producto defectuoso, fue a exigir su reembolso con la misma paciencia con la que se lee una receta médica en sánscrito.

Ante la negativa, no faltó la frase clásica del manual del funcionario prepotente: “no saben con quién se están metiendo”.

Y claro, que “los voy a levantar”, como si las garantías se arreglaran a punta de levantón.

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Pero no se preocupen, don Iván ya se deslindó elegantemente.

¿Cómo?

Culpando a su escolta. La vieja confiable.

Porque en este país siempre hay alguien de menor rango para cargar con el muertito.

“Excedió sus funciones”, dijo.

¿Será que el guardaespaldas fue el que gritó, amenazó, se indignó por la devolución, y hasta eligió la playera negra que usaba el alcalde?

¡Qué eficiente!

Y por si eso no fuera suficiente comedia, entró en escena la diputada Delfina Pozos, quien, envuelta en la bandera del PRI del afecto, salió a declarar que Iván es su amigo y es muy respetuoso.

¡Ah, bueno!

Si ella dice que es buena persona, ¿quiénes somos nosotros para cuestionar los videos, los testimonios y el sentido común?

Pero, eso sí, Delfina Pozos aclaró que si “algún guarura” cometió un ilícito, pues que se investigue, faltaba más.

Porque en este país, la justicia se aplica siempre y cuando no toque a los cuates.

Lo grave no es sólo que el alcalde haya actuado como patrón de hacienda, sino que la defensa institucional se reduzca a: “yo lo conozco, es buen chavo”.

Y aquí estamos viendo cómo se normaliza que funcionarios públicos se presenten como jefes de plaza cada vez que alguien les dice que no.

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Con fuero, pero sin modales.

Con poder, pero sin educación.

Y con amigos que confunden el respaldo político con la complicidad pública.

Así que ya saben, si van a hacer un reclamo en una tienda y no quieren acabar en redes sociales, llévense un poco de paciencia, y no a su escolta.

Y si son funcionarios públicos, recuerden: hay cámaras, hay ojos, y hay ciudadanía harta de que se comporten como si el puesto viniera con inmunidad para todo... incluso para la vergüenza.

Porque como bien lo dijo el alcalde (y tal vez también su alter ego): “no saben con quién se están metiendo”.

Y tiene razón: se está metiendo con nosotros, las y los vecinos de todo Puebla.

*

Vecinas, vecinos, nos leemos mañana.

Acuérdense que el que se enoja pierde.

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