Un día despertamos en Puebla y descubrimos que ya vivíamos en un supuesto Imperio Gay. No el de George Lucas, sino uno con más ficción: con imágenes de inclusión en cada secretaría gubernamental y eventos LGBT a todo lo que dan, donde lamentablemente solo asiste el mismo grupúsculo de 20 amigos como relleno, junto a una pasarela de funcionarios públicos, sin una participación real de la comunidad arcoíris de los jedis.

Porque… ¿Cómo no pensar que ya estamos mejor en Puebla si contamos con nuestra propia Dirección de Diversidad Sexual en el estado? Llena de figuras que parecen Jedi… pero actúan más como Sith.

Como buena historia, empezó con promesas de paz y justicia. Pero ya sabemos que en la galaxia (y en la política) el Lado Oscuro siempre es tentador. Sobre todo cuando vienen las cuotas arcoíris y los puestos que, mágicamente, caen como si el mismísimo Palpatine los hubiera designado por dedazo, encabezados por personas sin trayectoria política y cuyo mayor logro fue aplaudir, botarguear o gritar más fuerte que todos los demás.

Y ahí, entre festivales por la salud LGBT, frases recicladas de libertad y amor a la comunidad, y hashtags de inclusión arrobando hasta al último político conveniente para agradecer el cargo, aparecieron lxs nuevxs “líderes” de la comunidad. Es cuando me pregunto: ¿dónde estaban antes? ¿En qué planeta exiliados? Porque la memoria es fuerte en esta Jedi, y yo no les vi en la resistencia cuando no era “conveniente” políticamente ser LGBT, cuando enfrentábamos a verdaderos Darth Vader del conservadurismo poblano.

Así que háganos un favor: no confundan activismo con sus obligaciones como funcionarixs públicxs.
No es lo mismo blandir un sable de luz por convicción que leer un guion que te escribió tu maestro Sith en la oficina porque no tienes ni idea de lo que hablas. Y mucho menos cuando llegaron ahí por lambisconería con el Emperador, no por la confianza de la población arcoíris, que ni siquiera sabía de su existencia antes de que les fueran útiles al trono.

Como diría Platón —y seguro también lo firmaría Yoda—:

"El primer acto de corrupción de un funcionario es aceptar un cargo para el que no está preparado."

En esta galaxia también hay LGBT+ que usan la Fuerza para su beneficio personal, no para la justicia. Son lxs que cambian la rebelión por un asiento cómodo en la Estrella de la Muerte, que ondean la bandera arcoíris solo cuando hay cámaras y presupuesto imperial… porque antes, ni por equivocación.

Pero que no se confundan: la resistencia sigue aquí.
El orgullo no se decreta desde las cúpulas ni se compra con dineros galácticos. Se defiende en las calles, en las casas, en cada acto cotidiano donde decidimos no inclinarnos ante el Imperio, cuidar de nuestra gente y, más en estos tiempos, donde nuestra lucha está en peligro por el oportunismo político de estos seres.

En tiempos de hambre, el verdadero activismo es como la Fuerza:
invisible, invencible, poderoso y difícil de corromper… si tienes la voluntad de usarlo para lo que fue dado. Porque, en palabras de nuestro Emperador A.A.,

“la Fuerza solo es útil si se pone al servicio de los demás.”

¡Que la Fuerza y la Rebelión siempre nos acompañen!