Jueves 21 de Agosto de 2025 |
En la vida política y académica, es común enfrentar cuestionamientos. Pero existen ocasiones en que los señalamientos no buscan discutir ideas, sino distorsionar la realidad y afectar la reputación de quienes trabajamos con ética y profesionalismo. Recientemente, algunos han tratado de presentar mis iniciativas en la Comisión de Seguridad y Justicia como acciones orientadas a “promocionar mi imagen”. Quiero ser clara: ese planteamiento es falso y desconoce la trayectoria, la formación y la producción académica que sustenta mi trabajo público. La autoría académica no es un detalle menor: es una cuestión de ética y de reconocimiento a los derechos de autor. Todo proyecto, artículo o investigación refleja esfuerzo, análisis riguroso y compromiso intelectual. En mi caso, he publicado artículos sobre prevención de la violencia, políticas de seguridad pública y derechos humanos, así como estudios y perspectivas sobre cómo hacer del trabajo de las mujeres un verdadero factor de desarrollo social, publicado en Italia. Cada uno de estos trabajos es fruto de investigación, reflexión y diálogo académico, y representa un compromiso con la verdad y con la sociedad, no con la autopromoción. Mi trabajo público se construye sobre esta misma base: evidencia, análisis y ética. Las iniciativas que impulso buscan mejorar la seguridad, proteger derechos y fortalecer la participación ciudadana, no crear espacios mediáticos para beneficio personal. Defender esto no es vanidad, sino un acto de responsabilidad y transparencia. Como sociedad, debemos distinguir entre críticas constructivas que enriquecen la política y ataques que buscan deslegitimar el esfuerzo académico y profesional. Mi compromiso sigue siendo con los poblanos y poblanas, con la seguridad, los derechos humanos y la dignidad de cada persona. Lo que hacemos en el espacio público es un acto de servicio, respaldado por investigación y ética profesional. Es momento de retomar el debate sobre ideas, evidencia y resultados, y dejar atrás las narrativas que buscan confundir y desvalorizar el trabajo serio y comprometido. La política, como la academia, debe ser siempre un espacio de ética, rigor y servicio al bien común. |