Viernes 29 de Agosto de 2025

En esta galaxia (y en esta ciudad), los baches ya no son simples desperfectos en el pavimento: son agujeros negros urbanos, trampas que devoran llantas, suspensiones y paciencia con la misma voracidad con la que el Imperio devoraba planetas, porque en Puebla no tenemos calles; tenemos una verdadera Estrella de la Muerte en construcción.

Los gobiernos prometen repararlos como si fueran caballeros Jedi jurando restablecer el equilibrio en la Fuerza… pero terminan más parecidos a los Senadores del Consejo Galáctico, discutiendo sin resolver nada mientras la flota de ciudadanos sigue esquivando cráteres interplanetarios en cada esquina y dejando sus llantas en ello.

Y aquí la pregunta incómoda: si así está la ciudad capital, ¿cómo estarán las lejanías de las juntas auxiliares? Si en Coruscant (digo, en el centro) el caos es visible, y no hay calle que se salve, no quiero ni imaginar cómo luce la periferia, abandonada en la oscuridad de la galaxia olvidada.

Cada que caemos en un bache, sentimos el mismo impacto que cuando Luke se enteró de que Darth Vader era su padre: un sacudidón existencial seguido de la frase inevitable: “¡Noooo!”.

La corrupción en la obra pública es como el Lado Oscuro: seduce con rapidez, promete soluciones inmediatas, pero solo genera caos. Porque cuando vemos que “tapan” o mejor dicho “parchan” un hoyo y reaparece a la semana siguiente, la Fuerza nos revela la única explicación posible: materiales de baja o nula calidad. Ahí está el negocio: priorizar el contrato y no un trabajo bien hecho.

Y aun así, presumen sus “parchados” como si fueran logros intergalácticos. Pero la realidad es otra: pues al transitarlos pareciera que vamos más en una lancha en lugar de carros, navegando en altamar, brincando de ola en ola o más bien, de bache en bache.

Pero si para pedir todos los impuestos —la tenencia, el control vehicular, la verificación, licencias, placas y todas las medidas recaudatorias que existen y las que vienen— son los primeros en alinearnos, ¿adónde van todos esos recursos, que está claro que no son para las calles ni para los baches? Porque aquí no faltan contribuciones; lo que falta es honestidad en su destino.

Mi duda es: ¿no les dará vergüenza presentar un trabajo así? Y no solo eso, ¡presentarlo con bombos y platillos! Como si no entendieran que no están haciendo ninguna gracia… solo están haciendo su trabajo y todavía mal hecho.

Mientras tanto, nosotros, los rebeldes urbanos, seguiremos cayendo en estos agujeros negros que no solo se tragan nuestros carros, sino también nuestras esperanzas en que las calles algún día sean por fin transitables, esquivando hoyos como si pilotáramos el Halcón Milenario en medio de un campo de asteroides. Y cada vez que un gobernante anuncia que “ya vienen las reparaciones”, lo único que escuchamos es la voz de Yoda diciendo: “Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes.”

¡Que la Fuerza nos acompañe… aunque sea para amortiguar el próximo bache!