Miércoles 12 de Noviembre de 2025 |
Nací en 1963 y ya existía el muro de Berlín, mismo que se inició a construir en el año de 1961 por el gobierno de la República Democrática Alemana (Alemania del Este) para evitar la emigración, en gran escala, de sus habitantes hacia la República Federal Alemana (Alemania Occidental), separando así, al Berlín oriental del Berlín occidental. Casi al mismo tiempo, Konrad Adenauer, quizá el más importante constructor del orden de la posguerra en Europa, ese hombre del que Winston Churchill afirmó que “era el más rudente de los estadistas alemanes después de Bismarck”, apenas había logrado ser reelecto al parlamento alemán (Bundestag), en mucho, debido a la crisis que provocó precisamente la construcción del muro. Terminó así, una de las más brillantes carreras políticas en el mundo, reconocido por su aportación para la reconstrucción de Alemania y la búsqueda de la unidad europea. Adenauer creía en la libertad, en la paz y en la unidad europea, pero vivió siendo testigo de la Alemania dividida por ideologías diferentes y distintas, que dividieron familias, amistades y por supuesto, a los hombres y mujeres de la política durante 28 años. En la Alemania del Oeste se consolidó la democracia y el desarrollo económico en libertad, mientras que, en la Alemania del Este, se vivieron persecuciones políticas con una economía sin crecimiento y un control férreo del Estado sobre los habitantes, es decir, sin libertad. Esta situación enseñó al mundo que muchos alemanes querían salir de la Alemania del Este para disfrutar de los beneficios que ya no tenían, pero que anhelaban. Un número calculador, señala a más de 100 mil personas que lo intentaron. Se conocieron casos exitosos, pero también casos que terminaron en la muerte o en las frías cárceles alemanas. Más de dos décadas después, fuimos testigos, gracias a las imágenes que proyectaba la televisión internacional, de la “caída” del muro de Berlín, un día 09 de noviembre de 1989, terminando así, la etapa política que se conoció como la “Guerra Fría” con la Alemania dividida. Las imágenes eran desgarradoras, pero al mismo tiempo, se veían caras que reflejaban esperanza. Tuve la oportunidad, hace algunos años, de estar parado en donde alguna vez estuvo el muro, muy cerca de la Puerta de Brandeburgo, esa puerta que representa el triunfo de la paz sobre la guerra y las armas. Lo que se sentía era historia viva y lo que se respiraba era paz, pero, sobre todo, se respiraba libertad. A 36 años de la caída del muro de Berlín, los demócratas que queremos seguir viviendo en libertad, debemos luchar por derribar cualquier muro o símbolo que represente autoritarismo, represión o atentado contra las libertades.
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