Martes 18 de Noviembre de 2025 |
Cuando la protesta deja de ser legítimaMéxico tiene una larga historia de movilización social. Las marchas, las plazas y la protesta pública forman parte de nuestra vida democrática. Pero también existe otra historia: la de aquellos grupos que usan la protesta no para construir, sino para provocar; no para dialogar, sino para detonar crisis que después puedan capitalizar. Lo sucedido en la reciente movilización convocada por sectores de la derecha debe analizarse con seriedad. No se trata solo de un grupo inconforme exigiendo cambios: vimos acciones coordinadas para generar confrontación, violencia y caos. Vimos, incluso, intentos por forzar una respuesta represiva del Estado, con el riesgo deliberado de provocar heridos —o muertos— que luego alimenten una narrativa de desestabilización. Esa no es una protesta legítima. Es una estrategia. La trampa: provocar violencia para exigir represiónLos grupos organizados que buscan romper las vallas, lanzar objetos contra la policía y generar enfrentamientos no actúan al azar. Quieren un choque. Quieren una imagen. Quieren un video que corra en redes y medios internacionales. ¿Para qué? Para luego decir que el Estado mexicano es represor. Para posicionar la idea de que “México está fuera de control”. Para justificar discursos de mano dura, militarización… O incluso para abrir el camino a narrativas de intervención extranjera bajo el disfraz de “cooperación” o “ayuda”. Quienes conocemos la historia de América Latina sabemos que estas estrategias no son nuevas. Las crisis inducidas, los montajes de violencia y la fabricación de escenarios caóticos han sido utilizados muchas veces para debilitar gobiernos democráticamente electos. Por eso debe decirse con claridad: hay actores que están dispuestos a que haya violencia con tal de sacar ventaja política. Y eso es profundamente irresponsable. Nuestra visión desde la transformación: la paz nunca nace de la represiónComo regidora de seguridad y como parte del proyecto de transformación que encabeza Morena, he sostenido siempre que la paz se construye, no se impone. La respuesta a la provocación no puede ser caer en ella. Pero tampoco puede ser la indiferencia. La seguridad democrática requiere de tres elementos:
Quienes apostamos por la justicia y la paz sabemos que el uso de la fuerza nunca puede ser una primera respuesta, y que la fuerza del Estado solo es legítima cuando se usa de manera proporcional, con controles civiles, transparencia y protocolos. La derecha que hoy se envuelve en la bandera de la “seguridad” no está proponiendo nada de eso. Está proponiendo provocar, romper y luego acusar. Una estrategia de desgaste que ya no puede disfrazarse de protesta pacífica. Lo que está en juego: soberanía, convivencia y Estado de derechoAlarmar al país para buscar réditos políticos no es oposición: es sabotaje. Y el sabotaje a la paz social pone en riesgo algo más grande que un gobierno: pone en riesgo la convivencia democrática y la soberanía nacional. Si permitimos que esta lógica avance, mañana cualquier grupo podrá secuestrar el debate público a través de la violencia. Y esa es la puerta de entrada al autoritarismo, al intervencionismo y a la erosión de la vida democrática. Llamado a la responsabilidad políticaComo autoridad municipal y como mujer comprometida con la justicia, hago un llamado claro: 1. A las autoridades de todos los niveles: Actuar con prudencia, profesionalismo y protocolos. No caer en provocaciones, pero tampoco permitir que se normalice la violencia como forma de presión política. 2. A la ciudadanía: No dejarse manipular por quienes utilizan la protesta como un instrumento de desestabilización. La paz también se defiende no prestándose a narrativas de odio y caos. 3. A quienes convocan marchas: Si su lucha es legítima, entonces que también lo sean sus métodos. La democracia exige valor, pero también responsabilidad. México se defiende con pazLa Cuarta Transformación ha demostrado que es posible construir seguridad desde la justicia social. Eso implica diálogo, comunidad, instituciones fuertes y el convencimiento de que la dignidad humana es el centro de cualquier política pública. Quienes hoy apuestan al caos no representan la defensa de México. Representan intereses que necesitan violencia para tener razón. Y eso, como país, no podemos permitirlo.
La paz no es debilidad. La paz es una forma de defender a México.
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