Cuatro reflexiones me deja la marcha del pasado 15 de noviembre, que son, desde mi punto de vista, un secreto a voces:
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Tienen toooda la razón quienes aseguran que esta marcha estuvo lejos de ser solo de jóvenes, pero ¿eso realmente importa? Buscar desacreditarla con ese argumento es absurdo cuando fueron miles quienes marcharon en todo el país. Es más, aplaudo que se sumaran tantos movimientos y generaciones diferentes. Al final, esta marcha fue un recordatorio para todos aquellos que están en el poder de que, en efecto, el pueblo los puso y el pueblo los puede quitar; no llegaron ahí por designación divina. Pueden estar seguros de que nadie en la historia —ni antigua ni moderna— ha podido contra una turba realmente enfurecida. Como dijera Shelley: “La tierra está llena de ruinas de imperios que creyeron que durarían para siempre.”
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La represión como última herramienta de un gobierno para “legitimarse” no tiene nada de revolucionario y es la muestra innegable de un Estado fallido. Mentir y decir que esta no existió, cuando hay cientos de videos donde varios policías taclean a un chavo que solo estaba parado sosteniendo su bandera de México, junto con los cientos de detenidos, es simplemente inaceptable. ¿Ustedes han visto un operativo igual contra el crimen? Claro que no: a muchos hasta los hacen diputados o senadores —como Adán Augusto— porque los gobiernos no combaten el crimen ya que se encontrarían a ellos mismos. Ver que quienes antes criticaban estas prácticas intimidatorias ahora las justifican, vendiendo sus convicciones por intereses partidistas, económicos y personales, nos deja simplemente desesperanzador. “¿Por qué toda la fuerza del Estado contra los estudiantes y no contra los narcos? Son narco Estado.” —Claudia Sheinbaum Pardo.
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El cringe que dan algunos personajes de la política intentando colgarse de la marcha —que originalmente fue una iniciativa totalmente ciudadana— es tremendo. Como si la situación actual del país no fuera también responsabilidad de Fox y anexos cuando eran gobierno. Les puedo asegurar, parafraseando a Chelo, que el PRIAN no veía una represión igual desde que ellos gobernaban. Y aunque no coincido ni justifico algunas formas de manifestación —como consignas antisemitas, ataques a la presidenta por apariencia o por género— cuando perfectamente podemos criticar a la presidenta por su terrible manejo del asesinato de Carlos Manzo, su insensibilidad con las víctimas de las inundaciones en Poza Rica, la falta de autocrítica ante la corrupción que sigue perpetuada en los gobiernos de Morena, la militarización del país, la inexistente división de poderes con la que lograron con su mayoría legislativa la reforma al Poder Judicial con su simulada elección de jueces o la evidente ingobernabilidad que nos tiene con un Trump soplándonos en la nuca con amenaza de intervención… hay mucho de dónde elegir. Pero denostarla con comentarios clasistas como el de “presirvienta” es una pérdida de tiempo, y cabe aclararles a muchos de los que la mencionaron que el endeudarse en Liverpool en vez de Coppel no los vuelve burgueses, amiguitos. Recuerden: no podemos convertirnos en lo que estamos tratando de combatir. Ni que fuéramos Morena.
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Morena y sus gobiernos definitivamente no saben cómo reaccionar ante la desaprobación del grueso de la ciudadanía. Llegaron gozando de una amplia popularidad, y aunque digan que las encuestas los favorecen y su presidenta nacional, María Luisa Alcaide, asegure que medio millón llegó a respaldar a la presidenta, lo cierto es que ya nos sabemos todas esas tretas: encuestas a modo —o pagadas— donde siempre favoreceran a quien las manda a hacer, o que olviden mencionar que de ese medio millón 499 mil eran funcionarios acarreados de los gobiernos. Su penosa estrategia de intentar posicionar a la presidenta como víctima de la situación o de una marcha, en un país donde contamos con 133 mil desapariciones (según datos oficiales) y un sistema de salud colapsado, déjenme decirles, está fallando. ¿En serio, su estrategia fue poner a todos sus gobiernos morenitas de todos los niveles con comunicados a condenar una marcha en lugar de condenar toda la violencia que vivimos los mexicanos? No es lo mismo ser oposición que ser gobierno, ¿verdad? Y eso que Sheinbaum lleva apenas un año gobernando. Imagínense en dos o tres años más las turbas enfurecidas que podrían llegar a Palacio Nacional. Serán el doble o el triple si no cambian el rumbo. Ese rumbo donde lo único que saben hacer es justificarse con lo hecho o no hecho por administraciones anteriores. Porque, en palabras de Nayib Bukele: “Los presidentes no heredan problemas; se entiende que los conocen de antemano. Precisamente por ello buscan ser elegidos, con el propósito de corregir dichas situaciones. Culpar a los antecesores representa una excusa simplista.” (Podrá ser un homofóbico terrible, pero en esto tiene razón.)
Y ustedes, ¿con qué reflexión se quedan después de la marcha de la Generación Z, X, W?
¡Hasta la próxima!
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