Martes 18 de Noviembre de 2025 |
El 15 de noviembre de 2025 se terminó de develar la realidad de un México en franca y abierta convulsión social, indignación, polaridad y desesperación de una sociedad que se montó en el llamado de sus jóvenes para sumarse a tomar las calles del país, como objetivo central, el Zócalo de la Ciudad de México y como destino final, la desafiante intención de entrar a Palacio Nacional. La marcha de la generación Z transmutó en una amplia participación de ciudadanos de todas la edades y condiciones quienes se sumaron al entusiasmo de los jóvenes que avanzaban desde temprana hora con su bandera. Muchos rostros de jóvenes con su playera blanca, gorras, agua, mochila. De esas imágenes sui generis que se graban en estas circunstancias fue la de una mujer con su botella de agua bendita, dándole la bendición a uno de los jóvenes que cubierto del rostro, agradeció el gesto. La imagen de los jóvenes cubiertos del rostro, algunos con playeras blancas y negras no se podían ignorar por la rapidez con la que avanzaban y se movían entre el contingente. La ciudadanía que llegó a la plancha del Zócalo fue una marea de voces y gritos que dejaron en claro que ya no se trata de derechas, centros, o izquierdas. Se trata de una realidad que rebasó al Estado, pero también a nosotros como ciudadanos. Esa enorme marea se plantó desafiante en un Zócalo capitalino sitiado. En los altos de Palacio Nacional se observaban las siluetas de quienes desde ahí comunicaban con radios, el desplazamiento de los manifestantes. Las voces de consigna por momentos se confundían entre los gritos aguerridos de los jóvenes y las banderas de muchísima gente madura que se mantuvo detrás de la llamada generación Z, donde no todos cumplían el requisito, pues había jóvenes mayores de 25 años que lideraban diferentes grupos. El ánimo empezó a elevarse, las placas de acero retumbaban frente a las embestidas de los jóvenes. Ellos empezaron a ganar terreno. Parte de Guerra de un AlquimistaFer Valdés, amigo, colaborador de Los Alquimistas y activista, estuvo en las primeras líneas de fuego. Desde hace varios días permanece en el campamento que ciudadanos instalaron a un costado del Zócalo. Han sido muchas conversaciones con Fer desde el frío de una madrugada o desde la voluntad inquebrantable de permanecer ahí por una convicción personal de confiar en que este país puede tomar un rumbo distinto a partir de las manos de la ciudadanía. Previo a la marcha del sábado, Fer y quienes acampan en ese lugar, se equiparon con material de primeros auxilios previendo lo que podría necesitar algún herido durante la protesta. La voz de Fer me narra esos sentimientos encontrados que nos provocan un nudo en la garganta. Él grabó con celular en mano los momentos donde los jóvenes iban ganando terreno. A pesar del gas pimienta, Fer documentó el avance de la primera línea de jóvenes que se abalanzaban sobre las placas de acero. Hasta que llegó el refuerzo policiaco y entonces iniciaron las acciones de replegar a los intrépidos, no sin antes resaltar algo que dice Fer: las piedras empezaron a volar del lado de la policía, por ello la gente empezó a dispersarse entre la confusión del avance policiaco, el gas pimienta, los proyectiles y petardos que salieron del lado de la policía. “La batalla no está perdida –dice Fer–, el camino ya se marcó y habrá próxima.” “Los bloques negros”Durante la concentración en el Zócalo, hicieron su aparición los integrantes del llamado bloque negro, quienes encapuchados o cubriendo el rostro con un pañuelo, empezaron a tomar posiciones para iniciar las acciones de ataque frontal y buscar no sólo derribar las vallas, sino avanzar hasta Palacio Nacional. Las reacciones de la gente fueron de rechazo frente a los actos violentos que se empezaron a ejecutar de parte de estos jóvenes, quienes empezaron a recibir enormes descargas de gas pimienta, para después entrar a una lucha campal con la policía, quien fue avanzando hasta replegar y detener a varios manifestantes que no propiamente estaban en el bloque negro, sino que fueron encapsulados por policías que arremetieron en contra de ellos. Frente a estas escenas de suma violencia, donde mujeres, niñas, adultos mayores y discapacitados fueron alcanzados por algún tipo de agresión de las fuerzas de seguridad, está la imagen del otro bloque negro, el de los policías. Me pregunto si varios de ellos estaban ahí por su propia voluntad o porque de no hacerlo saben que perderían su trabajo. Varios videos nos dejan ver la brutalidad policial, movida por la presión de replegar para cumplir con una encomienda ciega, sin razonar que esos jóvenes y ciudadanos están exigiendo lo mismo que seguramente algunos de sus familiares. Habrá un nuevo intentoLa brutalidad con la que se agredió a mujeres, se lastimó con gas pimienta a niños, se detuvo a jóvenes, desnudaron al régimen de una Presidenta que ha sido rebasada por las organizaciones delictivas, quienes hoy controlan gobiernos, empresas, empleos y una gran red de corrupción que sigue tocando a los principales hombres del anterior sexenio y quienes con Claudia Sheinbaum han conseguido impunidad. Las caretas cayeron y el gobierno de México en los escenarios internacionales ha mostrado la brutalidad de un autoritarismo, pero también la fuerza y demoledora inconformidad de una sociedad que, si ya estuvo muy cerca de llegar a Palacio Nacional, lo volverá a intentar.
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