Jueves 20 de Noviembre de 2025

Todos hemos trabajado con un Severiano o un Clemente. Uno exige sin escuchar; el otro escucha sin exigir. Cuando esos extremos conviven en la dirección de una empresa, la cultura se rompe.

El año pasado, una empresa dedicada a la provisión de equipo industrial experimentó un estancamiento en sus ventas, a pesar de tener una estrategia de negocio impecable (con un mercado definido, una buena propuesta de valor y un plan comercial sólido). La causa, al analizar más profundamente, residía en la dirección interna: la coexistencia de dos estilos de liderazgo radicalmente opuestos de los dos socios que generaba una fricción cultural diaria.

Severiano, director de producción, estaba orientado a resultados y exigía altas métricas, pero su baja empatía lo hacía perder la calma ante errores. Su frase favorita, lapidaria y desmotivadora, era: “ese es tu problema, no quiero excusas, quiero resultados”.

Clemente, director comercial, era su opuesto. Valoraba la dignidad del equipo y buscaba armonía. Pero confundía aceptación con complacencia. Toleraba incumplimientos y mediocridad operativa. Le costaba despedir, dando “últimas oportunidades” infinitas que solo extendían la agonía y generaban gastos extras.

El equipo era regañado por Severiano, pero sin consecuencias reales por Clemente. Era protegido en su mediocridad por Clemente, pero estresado por la presión insoportable de Severiano. El resultado era una cultura que boicoteaba la estrategia. Como sabemos, “la cultura se come a la estrategia en el desayuno”.

 

El Falso Dilema: Resultados vs. Dignidad

La historia expone un dilema común: ¿priorizar resultados o bienestar? Ambos extremos destruyen.

El extremo Severiano, la presión sin apoyo, genera miedo que impide la generación de ideas y deshonestidad en errores que son ocultados. Aunque logren picos a corto plazo, la rotación de talento y la baja lealtad destruyen valor a largo plazo. El terror como motor empresarial es de corto plazo y, eventualmente, consume la empresa.

El extremo Clemente genera una mediocridad sistémica. La bondad sin rigor al cumplimiento es la anestesia de la ineficiencia. Los empleados productivos se ven forzados a cargar con el peso de los improductivos, generando resentimiento y desmotivación. La armonía superficial ocultaba una de las peores desgracias: nadie era responsable del fracaso.

 

La Solución: El Liderazgo Integrador

La empresa salió del estancamiento cuando sus líderes entendieron que el verdadero crecimiento surge del liderazgo integrador, un equilibrio entre el rigor (resultados) y el respeto (personas). El rigor no es gritar, es establecer expectativas claras y consecuencias predecibles, como lo he mencionado en otros artículos: cumplir acuerdos. El respeto no es complacencia, es entender que el desarrollo de las personas es directamente proporcional al de la empresa.

Severiano tuvo que aprender lenguaje no violento, dar feedback constructivo en lugar de críticas y reconocer esfuerzos. Clemente, por su parte, tuvo que aprender a documentar los incumplimientos, a exigir intensidad comercial y a despedir cuando los acuerdos no se cumplían.

Tener una estrategia brillante es un factor indispensable para el éxito, pero será irrelevante sin la madurez cultural necesaria para ejecutarla. No se trata de elegir entre Severiano o Clemente, sino de integrar lo mejor de ambos en un liderazgo transformacional, donde cada miembro del equipo se sienta inspirado y motivado a alcanzar su máximo potencial como persona y ejecutivo.

Exigencia sin humanidad es prisión; humanidad sin resultados es una pachanga.

Este año Severiano y Clemente están satisfechos, los conflictos han disminuido, la rotación se estabilizó y la ejecución comercial se profesionalizó. Ahora las ventas están a nivel de récord histórico. Fueron mejores personas, por lo tanto, mejores líderes, logrando así una mejor empresa.

¿Con quién te identificas, con Severiano o con Clemente? ¿Qué harás desde hoy para convertirte en un líder transformacional?

 

www.salexperts.com

Facebook: @Salexperts,  @ACAldrete.

 Linkedin: Alberto Cárdenas Aldrete