Miércoles 26 de Noviembre de 2025

¿Cuántxs lectorxs podrían soñar con tener las herramientas suficientes para clamar justicia por ustedes o por algún familiar y si ser escuchadxs?

Ese es un privilegio con el que no todxs contamos, a menos de que seas parte del gobierno o una persona sumamente acaudalada (que también tiene sus excepciones). Eso no es nada nuevo y ha sido así desde siempre.

Pero entonces, ¿dónde está el cambio?

¿Dónde están las mujeres y hombres con poder, relaciones y dinero que se posicionaron contra la violencia machista de la que es víctima la presidenta Claudia Sheinbaum, pero no se posicionan por el asesinato de Cecilia Monzón y la violencia institucional contra su hermana Helena Monzón?

Personajes con poder que celebran a sus reinas de belleza, pero callan cuando matan mujeres en Puebla.

Esos mismos personajes que conocían y estimaban a Ceci —es más, hasta rieron con ella— (yo lo vi), pero que no alzan la voz. Ojo: la violencia machista contra Sheinbaum es real, pero a mi parecer quienes se posicionan a favor de la presidenta y no a favor de justicia para Ceci Monzón, o cualquier otra víctima de feminicidio o violencia, solo realizan acciones de lambisconería pura para no perder sus privilegios, y no un compromiso real contra la violencia hacia las mujeres. Igual y no, pero saquen ustedes, que nos leen, sus propias conclusiones.

 

“Si eres neutral en situaciones de injusticia, significa que has elegido el lado del opresor.”

—Martin Luther King Jr.

 

Normalizar que nuestros representantes no se posicionen ni toquen los temas de interés popular más controversiales por temor a ser la oveja negra de sus rebaños partidistas es realmente cuestionable.

¿Cuánto daño nos han hecho? ¿En qué momento las que exigimos justicia ante un asesinato somos “las malas y las conflictivas”, y quienes no exigen están “garantizando la paz social”? Porque justamente eso es lo que tendrían que hacer las instituciones para garantizar la paz: exigir, atender, resolver; no solo iluminar de naranja sus edificios o llenarte de listones naranjas al llegar a sus recintos.

Instituciones que tienen rostro, y muchos de esos rostros dicen en campaña defender a las mujeres de todas las violencias. Pero esas mismas instituciones se vuelven inútiles cuando una mujer es realmente agredida. Mujeres que recurren a las famosísimas Casas Serdán, que resultaron ser enormes elefantes blancos donde solo dan excusas para no atenderte.

Lo sé porque ayer, en el evento organizado por las mujeres de Puebla —encabezado por Chuy Casas junto con Yali Figueiras, Andrea Lezama, Gaby Rosas y Liz Mejorada, en el Zócalo— mencionaron mujeres víctimas de violencia que esto es lo que realmente está pasando con esa “tan buena” iniciativa.

Aún recuerdo la impactante historia de una chica llamada Tania, quien dijo estar ya en situación de calle y sentirse abandonada por su gobierno al haber archivado 14 carpetas de investigación contra su presunto agresor.

Mis críticas son duras, lo sé, pero son el reflejo popular de lo que muchxs piensan y que por miedo no se atreven a gritar. Después de todo, alguien tiene que hacerlo. Pensar que quizá aún están a tiempo de hacer algo por Tania, y que no se convierta en un número más de la estadística, me impresiona aún más ante su inacción.

Entiéndanlo: no somos números, somos vidas. Somos historias de personas que sufrieron un peregrinar antes de ser asesinadas, mientras nadie hizo nada. ¿Se imaginan la desesperación de querer vivir y que nadie te ayude?

Quizá me quedé esperando a que se posicionaran, y ahora prefieren verme a mí como la enemiga. Pero al menos, si no lo hacen públicamente, muévanse en privado. Den la batalla dentro de sus partidos.

Y ya callen a Noroña, por amor de Dios, porque no es posible que en pleno 25N violente a una víctima, como Grecia Quiróz, esposa del asesinado presidente de Uruapan, Carlos Manzo, diciendo que “ya se le despertó la ambición” y que es “fascista de ultraderecha”. En verdad, ¿hasta dónde hemos llegado?

Y con la frase de Alejandro Bautista Tafolla cierro:

“Aquí no somos derecha, aquí somos pueblo, cabrón.”

 

Basta de dividir a lxs mexicanxs.

En mi caso, ya ningún color me representa (más que el del arcoíris).

 

¡Hasta la próxima!