Jueves 04 de Diciembre de 2025

Un punto de inflexión en la historia reciente

El 6 de diciembre marca un punto de inflexión en la historia contemporánea de México. Hace siete años, la Cuarta Transformación (4T) inició un camino que modificó las estructuras institucionales del país y reconfiguró la manera en que concebimos la política, el servicio público y la relación entre el Estado y la ciudadanía. Este proyecto, nacido desde lo popular, se ha consolidado como un movimiento ético, democrático y humanista que reivindica valores esenciales para la convivencia social: dignidad, igualdad y justicia.

El segundo piso de la transformación

Hoy, bajo el liderazgo de la Presidenta Claudia Sheinbaum, México entra a una etapa decisiva: la construcción del “segundo piso” de la 4T. No se trata de un relevo administrativo, sino de la continuidad de un proyecto de nación que ha demostrado —con resultados verificables— que el bienestar puede convertirse en política pública efectiva y que los derechos sociales pueden ser realidades tangibles.

Como regidora y parte activa de este proceso, he sido testigo de la fuerza social y moral que sostiene esta transformación. La democracia dejó de entenderse únicamente como un mecanismo electoral para convertirse en un ejercicio cotidiano donde las libertades se viven, se debaten y se defienden. México avanza hacia un país con libertad de prensa, de reunión, de manifestación y de empresa; un país donde la pluralidad dejó de ser amenaza para convertirse en motor de fortalecimiento institucional.

Dignidad como eje democrático

En el corazón del proyecto transformador se encuentra la dignidad humana. Ronald Dworkin afirmaba que tratar a cada persona como un fin en sí misma —nunca como un medio— debe ser el eje de toda democracia. La 4T ha hecho de esta premisa una guía de acción: quienes durante décadas fueron relegados, hoy ejercen derechos sin pedir permiso.

La dignidad se expresa en la pensión universal para adultos mayores, en becas para millones de jóvenes, en el aumento sostenido del salario mínimo y en apoyos para madres trabajadoras. También se refleja en los programas para fortalecer el campo —Sembrando Vida, Producción para el Bienestar, precios de garantía o fertilizante gratuito— y en la justicia fiscal que redujo privilegios para los grandes evasores.

En este contexto, resalta un dato clave: el salario mínimo pasó de 88.36 pesos en 2018 a 278.80 en 2025, un incremento histórico que ha dignificado el ingreso de millones de familias. Aunque persisten retos derivados del costo de vida, este avance constituye un cambio estructural en la política salarial del país.

Avances reales, retos pendientes

La justicia social dejó de ser una aspiración abstracta para convertirse en resultados medibles:

  • Entre 2018 y 2024, 13.4 millones de personas salieron de la pobreza, la cifra más alta registrada en un periodo similar.

  • La pobreza multidimensional se redujo a 29.6% en 2024, su nivel más bajo en décadas.

Estos avances no son fruto del azar, sino de un modelo que coloca a las personas en el centro de la acción gubernamental. Sin embargo, los desafíos persisten: más de la mitad de las y los trabajadores continúan en la informalidad, y un amplio sector de la población aún vive en condiciones de vulnerabilidad estructural.

Por ello, la nueva etapa del proyecto transformador debe enfocarse en el acceso universal a servicios sociales, empleo formal digno, vivienda adecuada, salud de calidad y seguridad social efectiva —no sólo como derechos, sino como condiciones indispensables para un país más justo.

Una responsabilidad compartida

A siete años del inicio de la Cuarta Transformación, México ya no es el mismo. La política recuperó su sentido moral; la ciudadanía recobró la confianza en un Estado honesto; y las instituciones se acercaron nuevamente al pueblo.

Quienes formamos parte de esta transformación nos corresponde consolidar los logros, corregir lo que aún falta y actuar siempre bajo un principio rector: dignidad, equidad y justicia para todas y todos.

Compromiso desde los territorios

Este 6 de diciembre celebramos no solo el camino recorrido, sino la convicción de seguir construyendo un país donde la igualdad sea política de Estado. Como regidora del Ayuntamiento de Puebla, asumo esa responsabilidad con trabajo, cercanía y una certeza profunda: la democracia se defiende ejerciéndola; la dignidad se protege mediante políticas públicas; y la justicia social se materializa cuando cada persona puede vivir mejor.

Un movimiento vivo, vigente y del pueblo

Siete años después, la Cuarta Transformación continúa siendo un movimiento del pueblo, para el pueblo y con el pueblo. Y hoy más que nunca, bajo el liderazgo honesto y humanista de la Presidenta Claudia Sheinbaum, México sigue adelante construyendo un país donde los derechos sean regla, no excepción; donde la igualdad deje de ser aspiración para convertirse en garantía; y donde la esperanza se traduzca en hechos concretos que dignifican la vida.

 

La transformación sigue. Y seguimos con ella.