¡Saludos, vecinas y vecinos! Todos muy apresurados desde la mañana, sacudiéndose la modorra de las clases virtuales y entrando de lleno a lo presencial, donde los alumnos saben que para ver a sus amigos tuvieron que pasar muchos, muchos días. “¿El tráfico? Lo de menos”, dijeron varios de los que encontré en la calle. Lo que importa, me comentaban, era que sus criaturitas por fin salieron de las cuevas en las que se convirtieron las casas, para integrarse una vez más a esa jungla llamada escuela.

¿Cómo regresarán los alumnos del sistema básico a las aulas? Es de celebrar el hecho de que ya estén de vuelta, tanto alumnos como maestros, aunque es cuestionable que no se haya preparado antes un protocolo de acompañamiento psicológico para los que de la noche a la mañana tuvieron que reincorporarse a la “vieja normalidad”, o al menos no me enterado de que hayan establecido alguno. Ya vieron lo que sucedió en la prepa de la UPAEP hace un par de meses donde un alumno agredió a un profesor. ¿Qué nivel de estrés traen los profesores quienes dictaron cátedra frente a una pantalla? ¿Qué ansiedad llevan los alumnos a quienes se les cuartó la posibilidad de interactuar socialmente con sus compañeros?

La SEP estatal, haciéndose ojo de hormiga. La Secretaría de Salud, entrampada en los casos Covid. ¿Qué reviva la educación en Puebla?

La mera verdad es que en esta vecindad esperamos que las autoridades hayan pensado en todo y sí hayan diseñado un programa de salud mental, de asesorías, de terapia… ¡Qué va! Ya estamos acostumbrados a que todo se hace al “hay que hacerse o nos regañan”. Ojalá no haya problemas no sólo a corto, sino también a mediano y largo plazo.

Sea como sea, qué retebonito es ver una vez más a los chamacos y chamacas caminando rumbo a sus escuelas, y como diría ese gran artista mexicano, don Gabilondo Soler: “que todos los libros estén muy atentos”.

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Oigan, por ahí me enteré que la pelea que inició Jesús Saldívar, el líder municipal del PAN en Puebla, quien salió en un video a señalar casi casi de terrorismo a varios morenistas por las pintas en las instalaciones de la panadería pues aún tiene cuerda. Primero porque tuvo la brillante idea de nombrar a la enemiga pública número uno del gobernador, y una rival que le sigue incomodando a la administración municipal. Segundo porque también nombró a los regidores cuatroteístas que, la verdad sea dicha, se la pasan corrigiéndoles la plana en el cabildo cada que pueden. Mientras dirimen sus problemas aquí en la vecindad decimos: no se sulfuren muchachos, de ambos lados se andan haciendo cada barbaridad que se van a terminar acusando por el calentamiento global. Como dirían por ahí: “Serenos, morenos. Calmados, panaderos”.

Vecinos, vecinas, nos leemos mañana. Les dejo mi correo por si quieren chismear más a gusto:

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