¡Saludos, vecinos, vecinas! La semana avanza y las ganas de echar cotorreo y chisme también. ¿Alguien dijo alipús? No, no es cierto.

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La verdad es que en esta vecindad aún seguimos indignados y molestos con lo sucedido el fin de semana luego del cobarde asesinato de Cecilia Monzón, y mientras la exigencia de que se haga justicia continúa también hay otras cosas que siguen pintando a Puebla como un estado que se ha ido transformando en un hervidero de poco a poco, que tal parece que si algo se ha hecho es abrirle la puerta a la violencia en la entidad, y si no es así, pues al menos no se ha aplicado una estrategia de seguridad eficiente para disminuir los hechos delictivos. Ahí tienen ustedes el aumento de homicidios dolosos en la ciudad de Puebla en un 72.5 por ciento respecto a 2021. Basta ver el número de cuerpos embolsados, ejecuciones, tiroteos, encobijados o cuerpos que aparecen tirados “ahí nomás” en la calles de la ciudad, una ciudad que es más grande que su centro histórico, pues la cosa está más que malita.

Y no sólo en la capital sino que en el estado también hace aire y todo se viene agravando como el aumento en 82 por ciento del robo a transportistas. Insisto, sin estrategias proactivas no hay resultados.

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Hablando de empresarios, qué tal el revire que se aventó el muy señalado Consejo Coordinador Empresarial, que en voz de su dirigente Ignacio Alarcón Rodríguez Pacheco, dijo que la mala relación con el gobierno del estado no afecta la creación de empleos porque ellos, dijo, sí que generan trabajo, luego que desde Casa Aguayo se burlaran de los reconocimientos que se reparten como larines entre ellos mismos. No, pues esa bronquita donde unos se dicen una cosa y otros otra ya anda como pelea preliminar de miniestrellas en la Arena Puebla.

Ustedes, ¿a quién le van, vecinos?

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Bien por la mismísima máxima casa de estudios de Puebla: la BUAP, pues mientras la rectora Lilia Cedillo andaba colocando la primera piedra de lo que será el Centro de Apoyo Emocional y Terapia Ocupacional allá en Ciudad Universitaria, donde varios perritos harán las veces de terapeutas, a unos pasos de allí, en el estacionamiento cercano a la Biblioteca Universitaria, la misma universidad citó a cientos de jubilados para iniciar un proceso de certificación y así acreditar que sí, que sí habían trabajado muchísimos años en la Autónoma de Puebla, que seguían vivos y que les seguían pagando.

Vecinas, vecinos, nos leemos mañana. Les dejo mi correo por si quieren chismear más a gusto: [email protected]