Los “salomones”, Sergio y Olivia, lograron trascender el barbosismo

AMLO, quien para unos es “amlito” y para otros “malito” supo crear una narrativa durante su gobierno más allá de las descalificaciones y llevando la conversación siempre adonde él quiso. 

¡Ayayay, vecinos y vecinas! 

Ya vimos que muchos andan nostálgicos y otros andan celebrando como si ya les hubiese llegado la tanda. 

¿Por qué? 

Porque llegó el día esperado por muchos y temido por otros: Andrés Manuel López Obrador rindió su último informe de gobierno como presidente de México, un evento que a nadie dejó indiferente.

Lo amen o lo odien, lo idolatren o lo desprecien, el hecho de que un presidente rinda cuentas a la nación en una plaza pública y no en una Cámara cerrada y bajo el amparo de diputados y correligionarios es algo digno de llamar la atención.

AMLO, quien para unos es “amlito” y para otros “malito” supo crear una narrativa durante su gobierno más allá de las descalificaciones y llevando la conversación siempre adonde él quiso. 

Las famosas “mañaneras” son un claro ejemplo de ello.

Más allá del discurso, a ratos emotivo y pastoso en otros, de los vítores, aplausos y besamanos, el más ganso de los gansos cuatroteístas marcó un antes y un después en la relación entre la figura presidencial y las y los mexicanos.

Eso, se debe reconocer, le pese a quien le pese.

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Oigan, otra cosa digna de reconocer es el lugar que adquirieron los “salomones”, Sergio y Olivia, en el gobierno de AMLO, el primero, y en el equipo de Claudia Sheinbaum Pardo, la segunda.

A ambos se les pudo ver en las primeras filas durante el evento. Ambos se reconocieron a la distancia y se enviaron saludos e intercambiaron sonrisas.

Ambos trascendieron el barbosismo: uno convirtiéndose en un gobernador mucho, pero mucho, más efectivo que don Miguel, y la segunda desprendiéndose poco a poco de la mala imagen que por ósmosis le heredó Barbosa.

De los “salomones” se seguirá escuchando, dicen por ahí. 

Los veremos integrados en la administración de Sheinbaum, aseguran los chismosos. Van a algún lugar de migración y también de turismo, advierten los pitonisos.

Mientras son peras o manzanas, la realidad es que Puebla continúa con lugares importantes en la administración federal.

Al menos en el papel eso es lo que parece.

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Todo parece indicar que ahora sí los de Acción Nacional aprendieron la lección.

Cuentas los chismosos que en la pasada reunión del Consejo Estatal por fin se pusieron las cartas sobre la mesa y, además, de escuchar propuestas y críticas, también se lograron acuerdos.

Si en algo coincidieron los presentes fue en dos cosas:

  1. La necesidad de ir unidos en la conformación de un Comité para la reestructuración del partido.
  2. Que Eduardo Rivera Pérez era el mejor perfil para contender contra doble A, sobre todo, por las condiciones del país, donde Morena tenía todas las de ganar. 

Además, ya saben, Xóchitl Gálvez Ruiz, pues tampoco ayudó mucho, ya que su candidatura jamás terminó de cuajar.

Pese a los que quieren sacrificarlo, el grupo político de Eduardo Rivera Pérez salió bien librado.

Y así, después de casi tres meses de lamerse las heridas, el partido albiazul ya entendió que la mejor y única vía rumbo al 2027 es la conciliación, de lo contrario seguirán dando pena como oposición.

O, ustedes, ¿cómo la ven?

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Vecinas, vecinos, nos leemos mañana. Acuérdense que el que se enoja pierde. Les dejo mi correo por si quieren chismear más a gusto: [email protected]

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