El despropósito de la dirigencia estatal panista ha alcanzado niveles insospechados

Ahí tienen a Miguel Ángel Yunes Márquez que, aduciendo unos misteriosos problemas de salud, renunció a su silla en el Senado de la República y dejó a su padre instalado ya en Morena

¡Saludos, vecinos y vecinas! 

 “¡Se están peleando!”, es el grito que dentro del Partido Acción Nacional se escucha. 

No conformes con el papelón que como oposición han realizado durante seis años, tanto a nivel nacional como estatal, el blanquiazul está en franco jaloneo de ropas interno, repartiendo culpas a diestra y siniestra, perdiendo el rumbo que algún momento los llevó a tener el poder, el rumbo que presumían tener y el rumbo que prometieron instaurar.

En Puebla, la dirigencia panista culpa a Xóchitl Gálvez Ruiz por no representar los valores de Acción Nacional en Puebla. 

También señalan al “mal tino” de aliarse con el PRI. 

Carga, además, contra los mismos panistas que expresaron su negativa de apoyar a Eduardo Rivera Pérez, criticando el reparto de posiciones a un solo grupo y la persecución al resto de militantes.

La dirigente Augusta Díaz de Rivera se mete en camisa de once varas. Reclama hacia afuera, pero carece del sano ejercicio de la autocrítica.

Por si fuera poco, la auditoría de cuentas públicas les caerá como balde de agua fría.

O, más bien, como balde de agua guinda.

El despropósito de la dirigencia estatal panista ha alcanzado niveles insospechados. 

En su no muy bien disfrazada intentona por perpetuarse en el poder, los panistas perdedores, del bando que sean, realizan encuentros que en realidad son reuniones para promoverse como dirigentes naturales, una desproporción en todos los sentidos, tomando en cuenta que su reciente fuerza política, mucha o poca, fue consecuencia de los penosos resultados que obtuvieron en las urnas. 

Los tiempos aciagos no terminan para el blanquiazul, que ve cómo se desmorona la unidad en Puebla y cómo fracasa su bancada a nivel nacional, ahí tienen a Miguel Ángel Yunes Márquez que, aduciendo unos misteriosos problemas de salud, renunció a su silla en el Senado de la República y dejó a su padre instalado ya en Morena.

Tal parece que también los antiguos opositores andan disfrutando lo votado.

*

¡Quemadota! 

Eso fue lo que la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, les aplicó a los jueces que ampararon a Javier López Zavala, señalado como autor intelectual del feminicidio de Cecilia Monzón Pérez, todo don el fin de sobreseer el caso.

En la clásica mañanera, que está por llegar a su fin cuando concluya el mes de septiembre, la titular de Seguridad señaló a los magistrados Arturo Ruiz Jiménez, Armando Mata Morales y José Luis Moya Flores.

¡Caray!

Correcta o incorrecta, legal o ilegal la determinación de los jueces, lo cierto es que mucho tiene de política.

Triste, pero cierto.

*

Vecinas, vecinos, nos leemos mañana. 

Acuérdense que el que se enoja pierde. Les dejo mi correo por si quieren chismear más a gusto: [email protected]

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de El Popular, periodismo con causa.