La historia de la desgracia cultural de Puebla, parte 1

El panorama de cultura en Puebla no podría lucir menos alentador. Arribismo, negocios turbios, espectacularización, sobrecostos e improvisación, han sido la constante en los últimos años.

El panorama de cultura en Puebla no podría lucir menos alentador.

Cada sexenio, el barco se va hundiendo y parece que no hay poder humano que lo salve.

Arribismo, negocios turbios, espectacularización, sobrecostos e improvisación, han sido la constante en los últimos años.

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Pero todo tiene una explicación o un antecedente y aquí un vecino chismoso, a quien llamaremos Julio, tiene algunos datos históricos de la trágica historia cultural poblana en las últimas 5 administraciones gubernamentales.

Arrancamos…

Todo comenzó con Melquiades Morales Flores, el amigo de todos (o casi).

Puebla era entonces el reino cultural de Los Palou.

El padre, profesor de fútbol (o algo así), aparece en las memorias de la campaña política de Luis Echeverría Álvarez como aquel a quien correspondía la "representación en materia cultural priísta" del despelote ideológico denominado "nacionalismo revolucionario".

Continúa apareciendo igualmente en las demás campañas priístas hasta la de Carlos Salinas de Gortari.

Sin duda, don Pedro hizo de esa tarea un apostolado e implantó la simiente de la futura Secretaría de Cultura.

Dicho logro es innegable, pero no lo hizo solo, y lo magnífico de esa faena se ensombrece al no reconocer a esos otros, como el Profe Reyes, que tanto aportaron y están en el olvido.

También tendió múltiples tentáculos en las entrañas de la Secretaría de Cultura, plagándola de "favoritas y favoritos", con sueldazos y prestaciones, que persistieron por más de 30 años haciendo poco o nada por la cultura poblana, avocados, únicamente, a perpetuar el reinado de Los Palou.

Aunque, siendo honestos, lo mayormente reprochable a don Pedro es la fundación de esa cuestionable dinastía cultural que llevó en dos ocasiones al apellido Palou al puesto más elevado de la Secretaría de Cultura (y, en una tercera, a uno de sus hijos).

Todo ello sustentado en el férreo control y la consecuente corrupción del mundillo cultural poblano de esa época, tan cerca del PRI y tan lejos de la vastedad cultural de este estado.

Los dos retoños culturales de don Pedro (Pedrito y Alejando Montiel) fueron los artífices de lo bueno -poco pero reconocible-, y también de lo malo, -abundante y maloliente-.

Todo esto le dio a Rafael Moreno Valle Rosas los argumentos ideales para iniciar el desbarranco cultural de Puebla que, hasta el día de hoy, no ha culminado.

Los Palou, como Los Soprano o Los Corleone son el punto de partida de la negra noche cultural de nuestro estado…

Hasta aquí la primera parte de esta historia macabra que me hizo llegar nuestro chismoso Julio.

En la siguiente entrega: el precioso mundo cultural de Mario Marín Torres y los herederos de don Pedro.

*

Vecinas, vecinos, nos leemos el lunes.

Acuérdense que el que se enoja pierde. Les dejo mi correo por si quieren chismear más a gusto: lavecindad@elpopular.org

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