Porque el Poder Judicial no se va a arreglar solo. Y porque si no lo arreglamos nosotros, los de siempre lo van a dejar igual... o peor.
¡Vecinas, vecinos!
¿Votar por los jueces? ¡Por qué no!
A ver, respiren hondo. No se nos pongan exquisitos. Sí, vamos a votar por el Poder Judicial. No, no es broma. No, no es un episodio de Black Mirror. Es real, es legal, y es (aunque ustedes no lo crean) una oportunidad. Ya sé lo que están pensando: “Ay, esto es una farsa, una simulación, ya todo está arreglado, me van a dar el cuadernillo con el voto marcado, me están viendo la cara”. Sí, tal vez. Pero seamos honestos y honestas: ¿cuándo no?
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¿Ustedes creen que la famosa carrera judicial era el Hogwarts de la justicia mexicana? ¿Que ahí todo era mérito, estudios y gente decente ganándose su lugar con esfuerzo y honestidad? ¡No, caray! Si el Consejo de la Judicatura tiene más redes familiares que una boda en pueblo chico. Según su propio padrón, en 2022 se detectaron 6,755 vínculos familiares en juzgados y tribunales. Casi la mitad de los funcionarios administrativos tiene parientes enchufados.
O sea, no es carrera judicial, es carrera de relevos… y de apellidos.
¿Y de qué sirve tanta toga y birrete si en la práctica la Corte dedica su tiempo y talento a resolver cómo las grandes empresas pueden evadir impuestos, pero apenas se asoma a los derechos humanos? Más de 10 mil jurisprudencias sobre cómo no pagar al SAT y unas 1,200 sobre temas colectivos y de dignidad humana.
¡Qué ternura! Cuando se trata de lana, los jueces brincan como si les hubieran ofrecido un fideicomiso nuevo. Pero si se trata de justicia social, se hacen los sordos… pero con toga. Entonces sí, el sistema tiene vicios. Está cojo, tuerto y camina con bastón.
¿Pero nos vamos a rendir por eso? ¿Vamos a dejarle la cancha libre a los mismos de siempre? Porque no votar —perdón, vamos a decirlo con todas sus letras— es la forma más cómoda y elegante de rendirse.
Es como decir: “Ay, como ya está arreglado, yo me hago a un ladito”. ¿Y quién se queda con todo? Pues el que sí vota, el que sí moviliza, el que sí se organiza.
¿Y luego qué? Luego nos quejamos, claro, con toda propiedad, pero desde la banca. No, vecinas y vecinos: La democracia no se defiende con memes ni con indignación en WhatsApp. Se defiende con votos. Aunque sea con el ceño fruncido. Aunque sea con dudas. Aunque sea con desconfianza.
¡Pero se vota! Porque si ustedes no votan, otros sí lo harán. Y no lo harán por ustedes. Lo harán por ellos, por sus intereses, por sus cuadernillos y sus estructuras. Y que no les vendan ese disfraz de “progresismo sofisticado” que le dice que abstenerse es protesta. No lo es. Abstenerse es perder el boleto antes de entrar al partido.
¿Su voto individual va a cambiar el sistema? Tal vez no. ¿Pero van a dormir tranquilos?
¡Ah, eso sí!
Porque al menos no cedieron su voluntad, su dignidad, ni su derecho.
Así que este 1 de junio, voten. Voten con enojo, con sarcasmo, con sospecha. Pero voten. Porque el Poder Judicial no se va a arreglar solo. Y porque si no lo arreglamos nosotros, los de siempre lo van a dejar igual... o peor. * Vecinas, vecinos, nos leemos mañana.
Acuérdense que el que se enoja pierde.
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