Martes 09 de Diciembre de 2025

¡Épale, vecinas y vecinos!

 

Miren que, si algo quedó claro con las pasadas elecciones del PAN en Puebla, es que el partido blanquiazul ya no compite contra Morena, sino contra sí mismo, contra su sombra y, cuando hay suerte, contra la versión pasada de sus propias fracturas.

Eso sí, siempre con orden, con institucionalidad y con la promesa inquebrantable de que “esta vez sí vamos a reconstruirnos”.

 

Ajá.

 

Y es que el domingo, mientras unos 1,304 panistas se formaban disciplinadamente para votar por su nueva dirigencia municipal, ya todos sabían el final de la película: Gabriela Ruiz Benítez iba a ganar.

 

Y ganó.

 

Sin sobresaltos, sin drama electoral, sin anomalías en la urna. Puro trámite. Puro dominio de la estructura. Puro “no hay sorpresa porque para qué fingimos”.

 

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La pobre Guadalupe Leal Rodríguez, que juntó sus 338 votos de alma combativa, salió a decir que ganó “porque por primera vez una mujer dirigirá el PAN de la capital”.

 

Y miren, qué bonito. Pero también qué práctico cuando no se quiere admitir que te arrasaron en la votación.

Eso sí, Guadalupe Leal no se fue sin dejar recado.

Le aventó una pedrada tamaño estadio a Mario Riestra Piña, acusándolo de encabezar “un PAN sin oposición”, con cuotas, cuates y comparsas.

 

Hermoso testimonio, si uno olvida que hablar de “un PAN sin oposición” es, hoy, un pleonasmo.

La oposición más eficaz contra el PAN se llama PAN Puebla.

 

Mientras tanto, Gabriela Ruiz respondió con un clásico de la casa: “Tú dividiste al partido cuando impugnaste la elección pasada”.

 

Una joya. Porque en este partido nadie divide: todos solo aclaran, acusan, defienden, desmienten y participan con mucha convicción. El caos es accidental; la fractura, involuntaria; y los golpes, estrictamente institucionales.

 

Panistas se agarran a tuitazos luego de la elección

 

Por su parte, Mónica Rodríguez Della Vecchia se agarró a tuitazos con Lupita Arrubarrena, un debate que ya ni entre tías de Facebook.

Ahí se acusaron, se contradijeron, se responsabilizaron de la derrota del 2024 y, de paso, revivieron a Eduardo Rivera Pérez como figura central del pleito.

 

Que si él debilitó la campaña.

Que si él no.

 

Que sí hubo acuerdos internos turbios.

Que si las candidaturas se asignaron quién sabe cómo.

 

Que si no fue así.

 

Un diálogo circular, interminable y de una belleza casi poética: la narrativa perfecta de un partido que no está perdido… solo está reencontrándose con todas sus fallas simultáneamente.

 

 

 

Al final, lo que queda es el retrato más claro del panismo poblano: un partido que no necesita enemigos porque ya tiene suficientes facciones internas como para llenar tres oposiciones completas.

Y ahí está Gabriela Ruiz diciendo que viene “el tiempo de las mujeres”, que tocará “recuperar la capital” y trabajar duro junto a Manolo Herrera.

 

Pues suerte.

 

Mucha.

 

Porque recuperar algo mientras el partido sigue peleándose consigo mismo es como querer trapear con la llave abierta: se puede, pero primero hay que cerrar el escándalo.

 

Así que, vecinas y vecinos, ya saben que el PAN Puebla está en su época más productiva… pero produciendo pleitos.

Y lo que queda de oposición seguirá haciendo lo que mejor le sale: un papelón largo, sostenido y profundamente entretenido para los demás.

 

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*

Vecinas, vecinos, nos leemos mañana. 

 

 

 

Acuérdense que el que se enoja pierde.

 

 

 

 

Les dejo mi correo por si quieren chismear más a gusto: lavecindad@elpopular.org