POLVO AL SOL

A dos de tres emails sin límite de crack Israel TORRES HERNÁNDEZ  La mejor forma de analizar la rivalidad entre Anonymous y el narco sería con un deathmatch. En la lucha libre ese tipo de confrontación es la oportunidad para que los contendientes utilicen estrategias lícitas o no, dentro o fuera del ring, y varios elementos que en un duelo común están prohibidos (sillas, mesas, escaleras, vidrios, fuego, alambre de púas, tachuelas etcétera) hasta que alguno pierda por rendición o conteo del réferi. Aunque de estilos diferentes, uno violento y otro sarcástico, pero rudos al fin, hay la posibilidad de una batalla interesante en que los espectadores salgan del aburrimiento al observar cómo se atacan sin daños colaterales. En seguida la crónica de la querella entre el Señor Muerte y el Brazo Cibernético. La Arena Nacional luce una entrada regular por el comienzo de la liguilla del futbol, pero los amantes de las emociones fuertes llenan el sector popular. En gayola, numerosos aficionados tienen pancartas en 3D para cada luchador y no son pocas las mentadas de madre en línea. Unas dicen: Señor Muerte, hazme un cártel. Otras: Con el Brazo hasta lo último, hijos del spam. Los vendedores de frituras han cambiado de mercancía y ahora ofrecen chalecos antibalas de la FBI, coloridas máscaras antiguas, memorias de 4 y 8 gigas y antivirus. El réferi sube al cuadrilátero y, por fin, ambos grupos se unen para recibirlo con silbidos homofóbicos en tono de celular y dos ráfagas de Kalashnikov. Suena la campana. A ritmo de El sinaloense con arreglos tecnohouse y tambora, rodeado por sicarios y policías, anunciado como “El terror del Golfo y más allá del Pacífico”, y tras relampagueante gira por Veracruz y Guadalajara, aparece el Señor Muerte lleno de carrilleras, cadenas y esclavas de oro y pistolas con cacha de diamantes, y arroja centenarios y algunas dosis a los asistentes, en tanto saluda al presidente de la colonia, quien fue invitado por la mutua y sincera amistad. El Brazo Cibernético viene por el otro pasillo y comienzan los juegos pirotécnicos robotizados a la par de que el lugar retumba con Satania de Mago de Oz. Su traje deslumbra por las luces de neón que van desde los pies hasta la cabeza y cientos de cables que están unidos al pecho por un pequeño pcu en forma de manzana. Es presentado como “El email del anatema”. Alguien grita: ya bájate, pinche Iron Man chafa. El Brazo le envía maternales twits que sus 27 mil 149 seguidores apoyan en el trending topic “Todos contra ese web-blog”. El agresor es desconectado de la Arena y sale a comprar verduras para su granja en el Face. Cuando la lucha parecía definir al ganador, tras sanguinarias acciones tanto digitales como en tiempo real, la prensa fue obligada a salir ya que el evento fue comprado por la televisión de cable, pero el resumen está disponible en www.youtube.com/cainvs.abel2011. Finalmente: lo que en la ficción parece una trifulca pareja, en la realidad no lo es. Anonymous es un grupo que trata de reivindicar varias situaciones, entre ellas la libertad de expresión. Su crítica, la acción lúdica estropear las páginas del narco, es interesante aunque limitada. Es como el juego del gato y el ratón. El narco puede contratar a un hacker, pero un hacker no puede pagarle a un sicario. ¿Quién resistiría un cañonazo de emails o un spam de metralleta? Suponer que ese enfrentamiento es una guerra sería echarle polvo al sol.
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