VARIELALIA

MIGUEL CAMPOS RAMOS Dos grandes novelas navideñas Leer humaniza. No en balde Gabriel García Márquez, en el último párrafo de su discurso “Una naturaleza distinta en un mundo distinto al nuestro”, pronunciado ante militares en Santafé de Bogotá, Colombia, el 12 de abril de 1996 (Yo no vine a decir un discurso, Ed. Mondadori), les dice: “Creo que las vidas de todos nosotros serían mejores si cada uno de ustedes llevara siempre un libro en su morral”. Por eso, y porque con los olvidos bibliográficos del abanderado del PRI a la primera magistratura del país, Enrique Peña Nieto, así como los de algunos otros políticos de menor peso, se destapó el hecho de que en general los políticos mexicanos, desde el presidente de la república hasta el más humilde presidente municipal, no tienen el hábito de la lectura, quedé en recomendar un par de novelas navideñas cuya lectura humaniza pues tratan temas muy sentidos para el pueblo. Una es Cuento de Navidad, del inglés Charles Dickens, obra muy conocida, lamentablemente no por leída, sino por la multitud de películas y adaptaciones televisivas, teatrales y hasta de caricaturas que se han hecho a partir de ella. Su argumento es sencillo: un avaro tiene una pesadilla terrible que lo hace creerse muerto y ver que lo visitan los espíritus de las navidades pasadas, presentes y futuras, los cuales le muestra lo que fue y lo que pudo ser su vida, y lo hacen ser testigo de todos los daños que su avaricia causó y causará. Cuando se despierta, da gracias porque en realidad no estaba muerto, y se corrige, volviéndose un hombre generoso. Pero su valor va más allá del espíritu navideño que flota en sus páginas. Dickens lo toma como pretexto para exponer la miseria del pueblo inglés de aquella época, un pueblo con hambre y frío, como nuestro pueblo, y esto ayuda sin duda a quien la lee a sensibilizarse respecto al espíritu de dispendio materialista y de relajo que permea en estas fechas, en buena medida alentado desde los propios gobiernos. La otra novela es Navidad en las montañas, del mexicano Ignacio Manuel Altamirano. Ésta narra la aventura de un militar que conoce en un pueblito de las montañas sureñas a un humilde cura católico quien festeja la Navidad con los habitantes, sólo que de una manera sencilla y cristiana. El autor (a través de los ojos del militar) compara esa actitud sencilla con la actitud a veces arrogante de los altos jerarcas de la Iglesia, quienes hacen lo contrario en sus catedrales y grandes parroquias. La esencia de esta novela la sintetiza una pregunta que le hace al sacerdote: “De manera, señor cura –le pregunté-, ¿que usted no recibe dinero por bautizos, casamientos, misas y entierros?” Ambas novelas son breves y amenas, y se leen en una sentada. Muy propias para estos días de asueto. Y muy recomendables para nuestros políticos, a fin de que se sensibilicen con los contenidos, más que con los nombres de sus títulos o autores, y conozcan la esencia del pueblo que pretenden gobernar. [email protected], www.edicionesmagno.com, twitter: @miguelcamposram, blog: www.elpanoptico.bligoo.com.mx
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