VARIELALIA

 Miguel Campos Ramos  Más acerca de los “mordelones” ¿Recuerdan, estimados lectores, cuando el ex alcalde poblano Luis Paredes Moctezuma mandó hacer unos chalecos fosforescentes que tenían impreso un cocodrilo y la leyenda NO A LA MORDIDA, y tal acción indignó a los agentes viales? Esa indignación provino de lo abrupto del hecho, de la decisión unilateral del alcalde, quien quiso dar un golpe de autoridad. No contó con que dentro del servicio de seguridad vial existe (todo mundo lo sabe) una mafia o varias mafias de agentes, comandantes y demás, que hacen lo que les viene en gana, y pronto se ponen de acuerdo con sus jefes en cada nueva administración, y así hasta el infinito. Es decir, la indignación vino de dos hechos. Uno: la mayoría de aquellos agentes “indignados” no eran de la filiación del partido del alcalde en turno. Dos: respondieron al dicho de que “el que las hace no las consiente”. Y si existe duda de esto, que algún lector que no haya sido víctima de un atraco (a veces pistola en mano) de un agente vial (hoy con mayor prepotencia pues recordemos que a la vez fungen como policías, por tanto pueden detener a cualquier conductor sin más) me desmienta escribiendo a este diario a este columnista. Es una vergüenza que esto continúe. He viajado a varios estados del país: Guanajuato, Oaxaca, Veracruz, Tlaxcala, Edomex, Distrito Federal, y a ciudades de Puebla. Y, como muchos, jamás he sido víctima de estos atracadores con licencia en Guanajuato, Oaxaca, Veracruz y Tlaxcala. El campeonísimo es el DF, le sigue el Edomex y Puebla no le queda a la zaga, según es público y notorio (y en algunos municipios es mayor, como en Izúcar, según lo referí). Quizá se deba a que algunas ciudades como Guanajuato, Oaxaca, Veracruz y Tlaxcala, viven en gran parte del turismo y los visitantes, y procuran no ahuyentarlos. Esto es: los agentes viales hacen el papel no de extorsionadores o de atracadores con licencia, sino de orientadores de la vialidad, de apoyo al visitante. Pero en ciudades como Izúcar, donde no hay turísticamente nada que visitar, ¿de qué puede vivir la administración si no de las cuotas que los agentes aportan? Dicen que la verdadera cultura de los pueblos se ve por el trato que se da a los perros. Hay lugares donde no hay perros en la calle, no porque los sacrifiquen, sino porque existe estricto control, al grado de obligar a sus dueños a registrarlos casi como parte de la familia. Haciendo el parangón, nos daríamos cuenta (como ya lo constaté en Oaxaca o Guanajuato, etcétera) de que existe un buen nivel educativo y cultural en una ciudad por el actuar de sus agentes viales y sus policías para con los ciudadanos y conductores de vehículos. Por supuesto, no es el caso de Izúcar, donde acudí a darles una conferencia a sus maestros, y no obstante habérselo dicho al agente vial Víctor Alberto, se portó “gacho”, según lo referí en la columna pasada. Qué pena por Izúcar y su actual alcalde priista. [email protected] www.edicionesmagno.com twitter: @miguelcamposram blog: www.elpanoptico.bligoo.com.mx
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