Miguel Campos Ramos ¿Quién nos defiende del transporte público? En la época del lopezportillismo, Héctor Lechuga y Chucho Salinas interpretaron una película llamada México 2000, que estuvo enlatada dos décadas. ¿Por qué causó que la enlataran? ¿Qué molestó al entonces presidente de la república, o a los encargados de la temida Radio, Televisión y Cinematografía? Seguramente se pitorrearon hasta la saciedad del presidente y de sus programas. Basten mencionar las alusiones a una nave (la primera nave espacial mexicana) llamada “Quetzalcóatl”, una nave ridícula armada con una pipa y reatas. O también la reiterada mención del Programa Alimentario mexicano. Una de las críticas más rudas del filme fue hacia el “pulpo camionero”. Mediante la plática de un abuelo con su nieto (éste del año 2000), le muestra cómo era el transporte público en los años ochenta. Para no abundar, era tal y como lo conocemos hoy, si no es que menos malo. ¿Y cómo era en el año 2000? Ah, con choferes uniformados, glorietas en las paradas, edecanes, y en los autobuses, al fondo, un pequeño foro donde un grupo de estudiantes del Conservatorio Nacional hacían su servicio social interpretando durante el viaje música clásica. Una de las escenas más chuscas es cuando una señora intenta sentarse en un asiento cercano al chofer, y éste le dice que no puede, es el asiento del presidente de la república. Entonces el presidente, que está en otro asiento, como un pasajero más, repone que está bien, que se siente, en esa época ya no hay privilegios. ¿Por qué no ha sido posible esta transformación en tres décadas? Nuevamente hay que decirlo: es nuestra mala educación, por más que digan que mejoramos uno o dos puntitos porcentuales… El verdadero nivel de ésta debiera reflejarse en los hechos. Es también nuestra incultura, basada en mero entretenimiento, en pasar el rato. Hoy por hoy tenemos y por lo visto seguiremos teniendo un transporte deplorable, sucio, impuntual, riesgoso por tanto asalto y peligroso por la forma de manejar de los choferes. Ojalá que las autoridades del ramo viajaran en él, como el presidente de la película, para que vean lo que se siente. Para colmo, no parece haber autoridad capaz de poner orden. Basta mencionar lo que un usuario me contó. -Un día viajaba en un autobús, que iba a muy alta velocidad. Le dije al chofer que le bajara. Entonces me dijo, con prepotencia y grosería: “Si no te parece bájate”. Lo amenacé con reportarlo. Me dijo: “Hazle como quieras”. Lo hice en cuanto bajé del armatoste. Marqué el número de quejas que viene impreso atrás. Contestaron y me dijeron que en un momento me atenderían, pasarían mi llamada al encargado de quejas. Pusieron la musiquita, y así estuve minutos y minutos, con el celular pegado a la oreja hasta que llegue a mi casa, cuando me contestó el mismo fulano para decirme que ya no había nadie, que lo intentara más tarde o mañana”. El día que esto cambie, habremos avanzado. Mientras, que nos nos digan que no nos cuenten… [email protected] www.edicionesmagno.com twitter: @miguelcamposram blog: www.elpanoptico.bligoo.com.mx |