Polvo al sol

Israel Torres Hernández  Pequeñas lecciones latinoamericanas para un gran tirano Mahmud Ahmadineyad vino a América Latina para saber cómo mantener el poder, nada más. Aunque la región tiene diversos matices culturales, económicos y sociales, éstos le han dado coherencia identitaria, principalmente en idioma y religión, a pesar de la injerencia sempiterna de Estados Unidos. Y que el iraní haya visitado algunos países (Venezuela, Cuba, Nicaragua y Ecuador) no fue, según lo ha planteado el establishment gringo, para establecer nexos con antiimperialistas, ni conseguir apoyo energético (o uranio para un futuro programa nuclear) o ser reconocido como jefe de un Estado distante en lo geográfico y diplomático, sino para aprender algunos métodos usados por los regímenes locales para, en corto tiempo, trasladar los ideales de libertad y justicia a Medio Oriente, y quitarse los ataques de perseguir a la prensa y enemigos políticos o evitar la equidad de género apoyado en ideas conservadoras. Aquí una lista de esas aportaciones democráticas. 1. Ley de transparencia. Para mostrar la forma en que trabaja, en qué gasta y quiénes integran el gobierno, ésta es una buena propuesta, pues es señal de apertura y dar la cara ante los votantes. Y cuando los ciudadanos incómodos hallen algo, un posible desfalco, en vez de eliminarlos o encarcelarlos, esa ley tiene numerosos candados que evitarán esas irrelevancias. 2. El ejército. Será usado bajo el objetivo de “ser garante de las instituciones, no del pueblo”, dado su tradicional papel contra invasiones que han puesto en peligro al país. Para asegurar la coherencia entre los discursos y las armas, es preciso aumentar el presupuesto, entrenamiento y prestaciones a mandos medios y superiores. Barriga llena, fusil contento. 3. Combatir el desempleo. En concordancia con lo anterior, las fuerzas armadas o de seguridad son una nueva opción ante la saturación de carreras técnicas y profesionales. Los sueldos de 10 mil pesos, si bien al final servirán para misas y responsos, ya que los reclutas serán enviados a zonas conflictivas, al menos garantizarán que el régimen trabaja. 4. Las universidades públicas. Al ser apoyadas en la construcción de estadios, auditorios y bibliotecas, el buen perfil del gobernante aumenta porque es amigo de los estudiantes y de la educación laica y gratuita. Y los hippies, fósiles y comunistas de las facultades de filosofía y letras podrán esperar, faltaba más. 5. Torneos deportivos. Gastar varios millones en la organización de certámenes atléticos en las ramas más populares (el futbol, por ejemplo) para que los mejores deportistas alcancen un nivel óptimo. No obstante que en justas internacionales ellos no ganen algo ya que “lo importante no es ganar, sino competir”. 6. Eventos históricos. Si hubo guerras de independencia o revoluciones, lo mejor es ofrecer a intelectuales foros de discusión en los medios de comunicación, desfiles a las masas y un recuerdo para ellos de honor a la opinión pública. Conseguir héroes también es negocio. Por último: los casos de Venezuela y Cuba dejan claro esto: para un tirano, tirano y medio. Si Mahmud Ahmadineyad pretende afianzar su poder con la firme oposición ideológica a Estados Unidos y la amenaza de recursos energéticos ya no es suficiente. Su visita a América Latina debe serle provechosa porque en la región han sido empleadas esas fórmulas y ahora tiene otras por caducas. La frase de “tener a los amigos cerca, pero a los enemigos más cerca” debe considerarla si quiere trascender, y no ser derrocado por inoperancia propia como en Egipto o Siria. Considerar a Irán como eje del mal, y no un simple freak, sería echarle polvo al sol.
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