VARIELALIA

Miguel Campos Ramos  ¿Cinismo o transparencia? Durante el sexenio del ex presidente Vicente Fox se generó un escándalo cuando se divulgó el costo de las toallas que la familia presidencial utilizaba, no propio de un país amolado como México. Pronto hubo defensores y detractores de tal dispendio. Defensores, sus empleados y, obviamente, legisladores del PAN. Detractores, militantes de izquierda, y la mayoría de mexicanos, quienes no entendían cómo se podía gastar tanto en unas simples toallas. Entre las razones para justificar el gasto estaba el hecho de la “transparencia”. Por primera vez se daba a conocer esa erogación, a grado tal que se subió a la página oficial de la presidencia para que todo mundo se diera cuenta de que eran otros tiempos, ya no se ocultaba nada, ya no había opacidad y discrecionalidad como en sexenios pasados, naturalmente priistas, pues las familias presidenciales tricolores igual incurrían en dispendios, pero lo ocultaban, se dijo. Durante todo el sexenio foxista, y en lo que va del actual, se ha esgrimido como un logro la “transparencia”. El problema es que se sigue gastando desmesuradamente. Recordemos los festejos del centenario y el bicentenario de Revolución e Independencia, respectivamente, incluido el “coloso”, adefesio que costó millones y nadie sabe dónde quedó (¿o alguien lo sabe?), y recientemente la “estela de luz”, ya calificada como “de la corrupción” e incluso “de la sangre” (huelga decir por qué). Igual, los gastos por el manejo de propaganda de los programas presidenciales, y de la propia imagen del primer mandatario (sobre todo en televisión), son de los más elevados. La justificación parece ser: qué más da, mientras haya transparencia. Igual pasó con el edificio del Senado, que fue altísimo y conforme lo iban construyendo elevó sus costos. Ah, pero todo gasto se difundió “transparentemente”. Lo mismo pasa en el gobierno del Distrito Federal (todavía no divulgan el costo del concierto de Britney Spears, en aras de la “discrecionalidad”). Y pasa en los gobiernos de los estados. Ah, pero se pondera la “transparencia”, y hasta hay firmas calificadores que otorgan premios por ella. Mientras tanto, por todas partes hay pobreza (como en la sierra Tarahumara), o se escatiman apoyos para zonas en desgracia por la sequía. Debiéramos preguntarnos si la tan cacareada “transparencia” no es en realidad un eufemismo de “cinismo”. Quizá no estamos siendo más transparentes, sino más cínicos, pues los dispendios, en muchos casos innecesarios, no paran (baste recordar el gasto para el acto en que se inauguró la “estela de luz”). Por eso la propuesta de Andrés Manuel López Obrador cobra relevancia, pues plantea el regreso a la ética, a los valores, al respeto hacia los demás, virtudes con las cuales la transparencia saldría sobrando. Claro, alguien dirá: pero él también incurrió en discrecionalidad cuando construyó sus pasos a desnivel. Pues sí. En tal caso, que le exijan cuentas. Es el momento. Tratemos de ser menos cínicos, aunque no seamos tan transparentes ni nos otorguen certificados de transparencia la firmas encargadas de hacerlo, que cobran por ello, y no poco. [email protected] www.edicionesmagno.com twitter: @miguelcamposram blog: www.elpanoptico.bligoo.com.mx
  • URL copiada al portapapeles