VARIELALIA

Miguel Campos Ramos  Trato a los animales  El pasado domingo se realizó en Brasil una marcha masiva y múltiple en varias de sus ciudades, para denunciar los casos de maltrato animal, así como promover la conciencia de buen trato a las mascotas y en general a todos los llamados seres irracionales. Por si algo le faltaba a Brasil para mostrar su supremacía en el continente americano, ahora pretende ir en la avanzada en materia de derechos animales. Este gigante del cono sur se ha destacado ya, desde el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, como un país que logró disminuir drásticamente la pobreza, elevar los índices de trabajo así como los niveles de educación, y tener una economía boyante. Pero va por más, y en buena medida sustentado en el apoyo a la educación, entendida ésta como la suma del conocimiento y el impulso a la cultura. Es tan importante y hasta trascendente el hecho de que además enarbole las leyes en pro de los animales, que si lo consigue será la muestra palpable de que como país está a la vanguardia en desarrollo social, expresión máxima sin duda del desarrollo económico. En los países europeos (salvo España y Francia con el asunto del toreo, lo cual los mantiene estancados en una falsa tradición y los acerca más a épocas retrógradas) en general el trato a los animales es digno. Y es fácil ver en películas, o reportajes, que por ejemplo no hay perros callejeros como suelen verse en las películas y reportajes que retratan a nuestras ciudades y pueblos. Tal parece que la presencia de animales callejeros y el maltrato a éstos son directamente proporcionales a la miseria. Nuestro país, por sus propias condiciones, donde tenemos problemas tan graves, es difícil que alguien tome en serio propuestas como las que han hecho diversos grupos ecologistas (no necesariamente del Partido Verde), vía intervenciones en los medios de comunicación, marchas públicas, etc., para que se generen leyes y sobre todo para que se apliquen. Digo que es difícil porque sabemos bien que las leyes mexicanas se aplican bien y funcionan con eficacia cuando conviene a los órganos del poder. Cuando no, hay mil recovecos para violarlas. Por lo consiguiente, sería absurdo pedir leyes proanimales. La única vía (y nuevamente hay que decirlo) es la educación, para comprender cuán importante es la naturaleza y cuán importantes son los animales en la diaria convivencia con los humanos. Lamentablemente nuestra educación anda tan mal, que se antoja también imposible ver resultados inmediatos, ni siquiera mediatos. Pero hay que empezar. Y una excelente forma para que las cosas empiecen a cambiar es promoviendo en las escuelas la lectura de textos que enaltezcan a los animales así como los valores humanos en favor de ellos. Es mejor invertir en esto que en camionetas para realizar razzias, o en hornos o artefactos inhumanos para sacrificarlos… en vano, porque hay tantos que más tardan en sacrificar a unos que en multiplicarse otros. Recordemos: la clave es la educación… pero la buena, como en Brasil. [email protected] www.edicionesmagno.com twitter: @miguelcamposram
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