Celuloide

J. Edgar  Israel León O’Farrill Una de las cintas que más esperaba para este inicio de año era J. Edgar (2011), dirigida por Clint Eastwood y basada en la historia de uno de los personajes más emblemáticos que ha dado Estados Unidos: J. Edgar Hoover, quien por 48 años fungió como encargado de la dirección del FBI (Federal Bureau of Investigation), hasta su muerte durante la presidencia de Nixon –por cierto, uno de los políticos que más le temió-. La biografía de Hoover debe haber sido un manjar sumamente apetecible para muchos directores, pues a través de su persona se pueden demostrar muchos de los vicios que encarna el país del norte: doble discurso, hipocresía, paranoia, megalomanía, soberbia… y el espionaje más burdo, muy característico de los gringos y que precisamente le valió la presidencia a Richard Nixon. Seguramente Oliver Stone (JFK, 1991; Nixon, 1995; El Salvador, 1985; Pelotón, 1986) habría hecho un papel interesante; pero no podría haberle dotado a la historia del ritmo y naturalidad que le imprime Clint Eastwood. Tiene en su haber decenas de películas interesantes donde lo importante es profundizar en los personajes y no en los acontecimientos como tal. Lo vemos en el magnífico díptico que nos entrega en Cartas de Iwo Jima y La conquista del honor (ambas de 2006), donde los soldados son los protagonistas, no los presidentes, los generales, los “héroes”, y la lucha por la isla es el pretexto para adentrarse en la psique de alguien que ha estado en la guerra –incluso si para ello requiere que se hable en japonés. Sin embargo, Eastwood no podría haber hecho nada sin tener un excelente actor interpretando a Hoover y encontró en Leonardo Di Caprio el nivel actoral requerido. Por mucho, Di Caprio es el atributo más importante de la película, cosa que no es de extrañar pues ya cuenta en su haber con un currículum bastante serio, con trabajos de primer nivel, para directores geniales como Danny Boyle, Christopher Nolan, Steven Spielberg, Martin Scorsese, Lasse Hallström –con quien interpreta un personaje mítico en ¿Quién Ama a Gillbert Grape?, 1993 y que le valió una nominación- y Baz Luhrmann. Indudablemente ha madurado en todos los sentidos aunque no tanto quizá para la academia que constantemente le regatea una estatuilla. Será acaso que ha realizado papeles cada vez más comprometidos con su trabajo y menos con las relaciones públicas… quizá lo mejor es que el público sea quien lo juzgue. Comentarios y consultas: http://israelleon.wordpress.com/vvvv
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