VARIELALIA

Miguel Campos Ramos  Comprendiendo al ejército mexicano El ejército mexicano, antaño respetado por sobre muchas otras instituciones, en los últimos años, debido a su participación en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico, ha sido severamente criticado y ha visto menoscabada su otrora buena reputación. Y es que tradicionalmente su labor era básicamente de apoyo a los mexicanos en casos de desastres naturales, o en tareas de resguardo, siempre desde sus cuarteles. En un país pacifista como es México, no podía ser de otra manera. Pero las cosas han cambiado, y ahora se pueden ver los convoyes de militares recorriendo carreteras y calles de pueblos y ciudades, especialmente en aquellos estados donde la incidencia delictiva ha llegado a niveles peligroso, como son los casos de Chihuahua, Michoacán, Nuevo León, Tamaulipas, Guerrero, recientemente Veracruz, y alguna otra entidad. Cuesta trabajo aceptar que esto esté ocurriendo en un país, repito, de suyo pacifista. Da la impresión de que estamos en el Medio Oriente. Cuesta trabajo sobre todo porque nuestro ejército es emanado del pueblo. Es decir, nuestros soldados no son profesionales en el sentido en que lo son, digamos, los soldados del ejército norteamericano, con sus marines y a veces sus mercenarios, o el ejército ruso, etc. La mayoría de sus integrantes son de origen humilde, y obviamente se dan de alta en buena medida debido a necesidades económicas. Hace unos meses un joven soldado poblano, de apenas unos 20 años, cayó muerto en un fuego desatado en alguna zona de Michoacán. Lo trajeron a esta ciudad de Puebla para velarlo, y sus amigos no daban crédito a su muerte, y su humilde familia menos. Varias veces, por razones de ubicación, me ha tocado ver casi a la media noche cómo vuelven los convoyes con los soldados, para ingresar a la XXV Zona Militar, y verlos en los camiones de carga, abatidos (en el sentido de cansancio, no de muertos, como se dice eufemísticamente ahora en el léxico oficial para definir la muerte de los delincuentes), y he tratado de comprender su labor, y hasta de aceptarla. Más todavía tras haber leído la novela Sin novedad en el frente, de Erich María Remarque (a la cual me referí en una columna pasada), y recordar cómo es de cruel e infame la vida del soldado en el campo de batalla, sobre todo la vida del soldado joven. Sin embargo, es obvio que, como marcaban los cánones, el ejército debe de volver algún día a sus cuarteles, a estar listo para apoyar a los mexicanos en tareas gloriosas, heroicas, e incluso en defender a la patria en un caso remoto de conflicto bélico internacional. Ojalá que dicho regreso suceda pronto, y quede en manos de agentes policiales capacitados ex profeso para ello el tema del enfrentamiento a la delincuencia organizada, pues atender este flagelo requiere de estrategias que, como ya se ha dicho hasta el cansancio, no son propias de los militares. Este deberá de ser un tema que los próximos candidatos presidenciales no deben eludir en sus campañas, para saber a qué atenernos a la hora de votar. [email protected] www.edicionesmagno.com twitter: @miguelcamposram blog: www.elpanoptico.bligoo.com.mx
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