Allan Poe, creador de la novela policíaca

Considerado como uno de los maestros universales del relato corto, adquirió cierta notoriedad por su estilo caústico y elegante.  Agencias  Edgar Allan Poe (1809-1849) dejó una huella en la literatura. El escritor estadounidense despertó la admiración de una larga lista de autores universales: Mallarmé, Dostoievski, Stevenson, Nabokov, Lovecraf, Proust, Borges, Wilde o Víctor Hugo. Cortázar lo tradujo al español; Baudelaire lo hizo al francés. El creador norteamericano, celebraría este domingo 205 años. Pionero de la novela policíaca moderna e innovador del género de ciencia ficción, Edgar Allan Poe nació el 19 de enero de 1809 en Boston, capital del estado de Massachusetts, Estados Unidos. Fue el segundo hijo de los actores David Poe y Elizabeth Arnold, quienes fallecieron cuando él tenía tres años de edad. Tras esta tragedia, fue adoptado por los Allan, una pareja acaudala sin hijos de Richmond, Virginia, reseña su perfil biográfico publicado en el sitio electrónico de la American National Biography. Entre 1815 y 1820 vivió en Inglaterra, donde su padre adoptivo instaló una sucursal de su firma de negocios, que terminó en bancarrota. En esos años comenzó su educación en internados londinenses de Chelsea y Stoke Newington. Desde joven mostró un don para la escritura y con tan sólo 18 años publicó anónimamente su ópera prima Tamerlán y otros poemas (1827). A esa publicación le siguieron Al Aaraf (1929) y Poemas (1932). A Poe se le considera uno de los grandes maestros del cuento. Dejó varios postulados que todavía se mantienen vigentes. "Edgar Allan Poe fue un genio literario absoluto. Tuvo un dominio superlativo de todos los géneros y sentó las bases de algunos de ellos como el policial y la ciencia ficción. En su novela corta Los crímenes de la Rue Morgue crea la figura del primer detective analítico, Auguste Dupin, que posteriormente inspiraría a Conan Doyle para la definición de Sherlock Holmes y toda la literatura policial deductiva inglesa", dijo el venezolano Eloi Yagüe, que se acercó a la obra del escritor en su juventud. A lo largo de su trayectoria escribió cuentos cortos, poesía, una novela, un libro de texto, un libro de la teoría científica y cientos de ensayos y reseñas de libros. En vida, afirmó que la máxima expresión literaria era la poesía, por lo que dedicó a ella sus mayores esfuerzos. Entre su vasta producción destacan los títulos: El cuervo (1845), que refleja su gran dominio del ritmo y la sonoridad del verso; Ulalume (1847); Las campanas (1849), y Annabel Lee (1849). Sin embargo, a decir de la crítica especializada, la máxima expresión de su genialidad y originalidad reside en los cuentos, que él mismo definió como la segunda forma literaria, debido a que permiten realizar una lectura sin interrupciones, a diferencia de la novela. Algunas de sus narraciones breves son “La caída de la Casa Usher” (1839), “El hombre de la multitud” (1840), “Los crímenes de la calle Morgue” (1841) y “La verdad sobre el caso del señor Valdemar” (1845). La muerte del escritor envuelve un gran misterio: se dice que fue a causa de congestión cerebral, abuso de drogas, cólera, fallo cardíaco, suicidio. Peter Ackroyd, autor de la biografía Poe: A life cut short, señaló que en sus últimos días encontraron al creador en una taberna rodeado de una muchedumbre de bebedores y vestido con unas ropas raídas que, evidentemente, no eran suyas. Falleció el 3 de octubre de 1949 en un hospital de Baltimore. Hoy la literatura festeja una obra literaria que no muere.
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