Pipuppets, perfectos títeres para el mundo

El divertir con un mensaje educativo y la retribución social son los objetivos de los personajes hechos con hule espuma, telas, madera e infinidad de materiales en las manos de los Pipuppets  Raquel TORIBIO  TÍTERESEn el taller que colinda con el Museo del Ferrocarril, al norte de la ciudad de Puebla, entre el olor de pegamento, lentejuelas esparcidas en las mesas, los tabloides del teatrino y las tijeras al lado del hule espuma, se puede ver a Jorge Luis Borges, Elena Poniatowska, Julio Cortázar y José Emilio Pacheco acechados por un lobo feroz, no sin antes hacerse acompañar por un pirata barbaján, una bruja querendona y un vikingo tímido. A pesar de verse inmóviles, estos personajes cobran vida en manos de la compañía Pippupets, integrada por Aldo Peralta, Annia López y Claudia Vélez, bajo la dirección de Moisés Cabrera, y en colaboración con Guadalupe Espinosa y Vero Olvera. “Como los chilangos pusieron el adjetivo peyorativo a los poblanos pipope, nosotros cambiamos el significado y lo convertimos en pipuppets, que quiere decir pieza poblana perfecta”, comenta Claudia Vélez, quien al igual que sus compañeros es egresada de la licenciatura en Arte Dramático, “bueno, Moisés tiene más escuela que nosotros, él nos permitió crear Pipuppets hace seis años, pero él conoce más de títeres que nosotros”, refiere Aldo Peralta. Moisés Cabrera, director de la compañía, lleva más de 20 años dedicándose al arte de los títeres, estudió con maestros de la commedia dellàrte en Italia y en diferentes universidades del país, sin embargo, la experiencia y el “trabajo constante es el mejor maestro”, afirma. Cuando el títere cobra vida “Simplemente nos gusta, es la forma que encontramos para hacernos notar”, comenta Annie mientras explica un poco el proceso de diseño y elaboración de un títere. “No sucede algo sobrenatural, sólo se convierte en una parte de nuestro cuerpo; él (títere) es quien está en la escena”, confiesa Cludia Vélez, al momento de que la abuelita de Caperucita roja asiente con la cabeza. ¿Le entras o no? “No participamos con frecuencia en las convocatorias de becas o apoyos, es muy cansado todo eso”, dice entre risas Annie López, pues el grupo opta por la autogestión, “se puede vivir del arte”, señala, ya que la compañía ofrece su trabajo a escuelas, casas de cultura, casas hogar y varias ONG, todo depende del público al que vaya dirigido. Sin embargo, pese a que las obras pueden estar diseñadas para el público infantil, adultos también se ven involucrados cuando la puesta en escena sucede. Además, la compañía ha participado en programas educativos como el Programa Nacional de Lectura, Programa Nacional de Alfabetización y Programa Nacional de Servicios Culturales de la Secretaría de Educación Pública (SEP). “Se trata de mostrar algo que genere conocimiento, de divertir a la gente sin olvidar el mensaje educativo”, comentan. Un títere para compartir Como dinámica de retribución social, Pipuppets ofrece de manera gratuita funciones después de determinado número de presentaciones, pues sus integrantes consideran que un objetivo del arte teatral es “ofrecer a la comunidad parte de los que nos ha dado, es decir, habrá niños y adultos que no nos pueden ver por cuestiones económicas, ¿por eso deben privarse de acercarse a la cultura?, la cultura es un derecho no un privilegio”, refiere Claudia. La calidad de sus espectáculos y el fomento a la cultura en poblaciones con pobreza extrema los ha llevado a extender su propósito en otros estados y países, tales como el Festival Internacional Cervantino 2013, el Festival Nacional de Títeres de Tabasco 2013, el Sheati Títere Internacional-Perú 2014, la Fiesta Popular de Teatro-Entre Ríos 2014 en Argentina y próximamente viajarán este 28 de enero a la Cruzada Teatral Guantánamo-Baracao en Cuba. “Muchos de estos festivales son realizados por grupos de autogestión, que también buscan acercar el arte a las comunidades”, menciona Aldo. De esta manera, Caperucita roja y el Lobo feroz son depositados en grandes maletas, el teatrino se empaca y Sánchez, el agente gente, guarda su libreta en espera de su próxima aventura en el mundo de los títeres.
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