“A MÉXICO LE VA MEJOR EN LOS PREMIOS QUE EN LAS TAQUILLAS”

La Maldad, una cinta poblana que rompe barreras   El filme participó en el Festival Berlinale, Alemania; el director Joshua Gil comparte su experiencia Raquel TORIBIO El inicion camino lleno de peripecias donde los conflictos sociopolíticos cuestionan la ética de un individuo, un proyecto donde la barrera del lenguaje se descarta ante la necesidad de contar una historia “humana” con imágenes universales, y una catarsis emocional del personaje que lucha por intereses personales, es el resultado cinematográfico que lleva por título La Maldad, ópera prima bajo la dirección de Joshua Gil, primera obra dirigida por un poblano que participó en la edición 65 del Festival Berlinale, Alemania. La cinta, dice el director, muestra una visión sobre la situación del cine y sociedad mexicana. La Maldad es el fruto de cuatro años de trabajo de Joshua Gil, bajo la producción de Fabiola de la Rosa, proyecto que se presentó como work in progress (obra en proceso) en el Riviera Maya Film Festival, pero tuvo su premier mundial en el Berlinale número 65. El relato trasciende por el hecho de contar con la actuación de no actores, es decir, personas que se interpretan a sí mismas, su propia historia, su propia vida. “Conocer a Rafael G. Morán fue el detonante para realizar esta obra”, dijo Joshua, pues la historia gira en torno a esta persona, que a pesar de no ver la culminación de la obra debido a una enfermedad terminal, su esencia está presente en la película. Morán busca cumplir el sueño de dar a conocer su vida. El contexto está emplazado en la escena política de 2012, año de elecciones presidenciales en México. De esta manera la trama se construye en un escenario donde la condición humilde del protagonista, en medio del ajetreo político de corrupción e impunidad, e incluso traicionar a su mejor amigo, lo orillan a viajar a la Ciudad de México y descubrir “la maldad” que cada individuo lleva dentro. Problemáticas universales Un aspecto importante de esta cinta se relaciona con la barrera del lenguaje y contexto geopolítico, sin embargo, la producción cinematográfica tiene dos premisas: la poesía de la imagen y la política, algo muy difícil de reunir en la pantalla, señala el director. La primera se manifiesta en la construcción de la imagen con elementos claros y mínimos pero objetivos, los cuales forman un ambiente asociado con la gestualidad de los actores en diferentes estados anímicos. De esta manera la responsabilidad del mensaje recae no en la palabra, sino en la imagen y actuación que evocan una situación determinada, no obstante, la segunda premisa -la política- es el ambiente donde se desarrolla la trama. Por lo anterior, tras presentar La Maldad en un país como Alemania y dentro de un festival para cinéfilos, los espectadores, apunta Joshua, pudieron comprender el mensaje sin ningún problema, sin limitarse por el idioma ya que el contexto político, acompañado por condiciones humanas –traición, tristeza, alegría- , también es comprendido en diferentes sociedades, pues “los países llamados de primer mundo están atentos a lo que sucede en los llamados de tercer mundo, entienden sobre sistemas de neoliberalismo y el capitalismo absurdo, pues es un problema generalizado, ellos lo entienden muy bien, para ellos fue fácil saber en qué contexto se desarrollaba la cinta”, dijo. Temas del cine mexicano En relación a la oferta cinematográfica que poseen las salas mexicanas, Joshua menciona la barrera entre los temas que las cintas manifiestan y lo que deberían manifestar. Por un lado, resalta las actuales formas de convivencia entre la sociedad y la clase política, por lo que existe una inconformidad que debe expresarse y el cine es un vehículo, sin embargo, “son otro tipo de cintas las que proyectan en las salas las cuales sólo tratan de generar ingresos, no más”. Ante esta situación Joshua Gil apuesta por un cine vinculado con la realidad y responsabilidad social y que debe ofrecer temáticas que competen a las personas, “no se trata de hacer dinero, México está en convulsión, por eso creo que debe tener algo más que dar a la sociedad”, apunta. Cabe señalar que esta película representó a México en dicho festival, sin embargo, la presencia latinoamericana en el certamen estuvo acompañada por trabajo de Chile, Colombia y Argentina, cintas en su mayoría independientes. Visibilidad del cine nacional en el mundo Por su parte, al presentarse este film en un encuentro de renombre como el Berlaline, Joshua se muestra satisfecho con el gran recibimiento de la cinta por parte del público y la crítica internacional, “fue una experiencia muy grata para el equipo de producción, fue fascinante saber que estaban agotadas las entradas de la primera presentación”. Al mismo tiempo reconoce que “existe mucho talento en México, por lo que no hay que bajar los brazos”, pues señala que el cine nacional bien puede competir con la tradición cinematográfica de países con gran taquilla “a México le va mejor en los premios que en la taquilla”, apunta al resaltar la exhaustiva participación de trabajos mexicanos (Navajazo, de Ricardo Silva) en festivales internacionales (Rotterdam Film Festival).
  • URL copiada al portapapeles