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Estudian la infancia de otras épocas

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Presentan el libro Muleke, negritas y mulatillos niñez, familia y redes sociales de los esclavos de origen africano en la Ciudad de México Redacción En el libro Muleke, negritas y mulatillos. Niñez, familia y redes sociales de los esclavos de origen africano en la Ciudad de México, siglo 17, la autora, la etnohistoriadora Cristina Masferrer, señala que la infancia se ha entendido de distintas maneras a lo largo de la historia y en diferentes contextos culturales. Editado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ofrece un panorama de la infancia a partir del estudio de Alejandro Díaz Barriga Cuevas, autor de Niños para los dioses y el tiempo. El sacrificio de infantes en el mundo mesoamericano. “Estos niños y niñas, capaces de recuperarse frente a la adversidad, contribuyeron desde distintos ámbitos en la construcción de la sociedad novohispana”, afirmó Masferrer. Época prehispánica Barriga Cuevas refiere que niños y niñas eran vitales para la cosmovisión mexica. Se les consideraba “un regalo de los dioses, comparados con los mayores bienes y objetos valiosos, y se creía que habían sido formados en el más alto de los cielos”. Eran vistos como “intermediarios entre los hombres y las deidades de la lluvia y los mantenimientos, así como regeneradores del tiempo cíclico”; por ello, al sacrificarlos se ofrecía lo más preciado que aseguraría “la continuidad de la vida y la regeneración del grupo”, señala. Al nacer, la partera le dirigía palabras de bienvenida. Al cuarto día celebraban una ceremonia que incluía un baño y la colocación de objetos. Si era niño, acomodaban un elemento relacionado con el oficio del padre y, junto con su cordón umbilical, se enterraba en un campo de batalla; si era niña, sepultaban junto al hogar su cordón umbilical, una rueca, una cesta pequeña y un manojo de escobas. Sus actividades y castigos a que se hacían merecedores dependían de su sexo y edad, refiere Barriga Cuevas. En el texto ‘La ciudad, la gente y las costumbres’, del libro Historia de la vida cotidiana en México, el investigador Pablo Escalante señala que durante la época prehispánica “la manutención de huérfanos y viudas, así como la asistencia a las familias que pasaban por alguna situación difícil, eran responsabilidades que el barrio asumía”. En las sociedades prehispánicas, la esclavitud tuvo características distintas a la practicada en el virreinato; así, un niño era esclavizado si su padre lo calificaba de incorregible, desobediente, desvergonzado, y “no le aprovechaban amonestaciones ni consejos”. Además, si los padres tenían más de cinco hijos, podían vender a alguno por hambruna o necesidad, y era posible recuperarlo al devolver el costo. Colonia Con la llegada de los europeos hubo cambios en los grupos domésticos mexicas. A lo largo de los siglos 16 y 17, las familias disminuyeron de tamaño y complejidad estructural por lo cual hubo una tendencia a los núcleos formados por padres e hijos. A finales del siglo 18, había un porcentaje de niños y adolescentes españoles (menores de 16 años) de 34.7 por ciento y de 41 por ciento para las castas. Cuando se llegaba a los 6 años de edad, a las niñas se les enseñaba costura, tejido y bordado, y en ocasiones lectura y escritura. En cambio, los niños aprendían a leer distintos tipos de letra, a sumar, restar, multiplicar y dividir, ya fuera en alguna escuela o con maestros particulares en sus propias casas. Para el siglo 17, en el Colegio de San Juan de Letrán, se criaban niños huérfanos y se les impartía la educación básica; aprendían lectura, escritura y cuentas, memorizaban el catecismo y se entrenaban en disciplina escolar, el silencio, la obediencia y la quietud.