Muestra Esquinca un México violento

El escritor tapatío presenta su libro Carne de ataúd, el cual exhibe un país sofocado por la barbarie humana de finales del siglo 19 y principios del 20 Maribel VELÁZQUEZ Ante la ola de violencia que se vive en la actualidad en México y el bombardeo mediático de medios de comunicación sobre este tipo de temas, la literatura se convierte en un espacio de reflexión que nos permite tener una perspectiva diferente de lo que ocurre en el país, consideró el escritor Bernardo Esquinca. “Yo creo que la literatura, dentro de esta vertiginosa realidad que parece que es como la serpiente que se devora a sí misma, que no nos permite una reflexión al tener tanto bombardeo mediático de tanto exceso de realidad, la literatura nos permite otra óptica incluso a hacer una pausa”, expresó el autor de Carne de ataúd. Esquinca manifestó que los hechos que ocurren en México se pueden calificar como una “barbaridad” pues se vive un nivel de violencia “extrema” con un particular acento en el feminicidio, lo cual es algo alarmante, pero aun así la sociedad responde a esto de diferentes maneras. Ante esta problemática, los ciudadanos tienen ideas diversas, pues mientras a algunos les alarma escuchar sobre las olas de violencia, para otros es algo natural ante la exposición continúa, comentó. “Parecería que estamos en un café, sale en el televisor rodeado de moscas un conductor hablando de una atrocidad en algún lugar del país, lo oímos y después pedimos otro café, estamos acostumbrados a eso”, recalcó. Mencionó que la literatura tiene o debería tener esta función de reflexión y eso ocurre en su última novela Carne de ataúd, aunque compartió que no fue su intención, pero al final se convirtió en una mirada al pasado que nos hace recordar de dónde venimos. Saga literaria Respecto a su publicación, comentó que es parte de una saga donde Casasola, el personaje principal, tiene una serie de aventuras mientras desarrolla su labor como reportero de nota roja. Mientras realiza su trabajo se envuelve en hechos sobrenaturales, habla con los muertos, estos se le aparecen en los sueños y les dan pista sobre los crímenes. En el primer libro, La octava plaga, Casasola, quien antes escribía notas culturales, vive la batalla entre los insectos y la humanidad, una cuestión apocalíptica. Después en la segunda obra, Toda la sangre, se ve envuelto en los ritos de sacrificios humanos de nuestros antepasados prehispánicos, es una mirada al pasado sangriento de la gran Tenochtitlán, es decir, siempre se enfrenta a casos muy “peliagudos”, detalló. En esta nueva entrega, Carne de ataúd, se convierte en una precuela en términos cinematográficos, en esta parte se conoce el linaje periodístico de Casasola y se dan detalles de por qué se comunica con los muertos, puntualizó. Compartió que por el momento trabaja en la creación de lo que será la culminación de esta saga. En esta nueva etapa el personaje principal retoma el protagonismo y vivirá aventuras muy ligadas con las leyendas canónicas de la Ciudad de México, se anuncia el final de esta novela, en medio de una batalla entre el mundo material y sobrenatural. Fomento de la lectura Asimismo, el escritor tapatío consideró que el fenómeno de la lectura es muy peculiar en México, pues a pesar de los más de 100 millones de personas que hay en el país, muy pocas leen o lo hacen en una muy baja medida; algunos académicos menciona que la cifra es de un libro al año en promedio. A pesar de ello, indicó, los lectores mexicanos son muy constantes y por ello el mercado no se cae como en otras naciones como España, en donde si bien existen más lectores, en cuanto hubo una crisis dejaron de adquirir libros y esto no ocurre en nuestra nación. “El mercado en México es saludable, no es el óptimo, hay muchos potenciales y una gran labor que hay que hacer”, recalcó el autor. Lamentó la forma en la cual se fomenta la lectura en México, pues se busca obligar a los menores a tomar libros y si no lo hacen los reprueban, todo esto en lugar de ayudar desmotiva esta actividad. “Para incentivar la lectura hace falta estrategias más audaces, no se puede imponer nunca la lectura y eso se hace en nuestras escuelas” y agregó que incluso los propios maestros no les gusta leer, entonces “cómo se pretende incentivar esta actividad cuando quien tiene esta tarea no tiene este gusto, por lo tanto la tarea no sólo es de los profesores, también de los tutores, concluyó.
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