Y al final, Bunbury aplica La Chispa Adecuada
El español demostró el largo trayecto que lo ha posicionado como uno de los protagonistas de la escena del rock en español
La jovialidad de Enrique Bunbury será una leyenda que vivirá con el tiempo a sus pies, el español mantiene la flexibilidad de un inquieto adolescente que se mueve deseoso de sentir la música y su voz resuena la madurez de su larga trayectoria. Su gira Mutaciones tour es el signo perfecto de lo que el cantante ha conseguido, 30 años de un viaje que cala hondo. Con delicada exactitud, Bunbury pisó el escenario del Auditorio Metropolitano a las 21 horas donde al grito de "Enrique, Enrique, Enrique", dio comienzo a una velada de nostalgia, canciones que reviven memorias y un cubetazo de sus últimos éxitos.
Iberia sumergida dio inicio a los ensordecedores gritos de los asistentes que llenaron el recinto y que el cantante agradeció en todo momento. El club de los imposibles, Dos clavos en mis alas y Sirena varada hicieron ver la pasión del exvocalista de Los Héroes del Silencio al pronunciar cada palabra y realizar sus movimientos contorsionista que lanzaba ante su público. Los viejos recuerdos volaron dentro del recinto con Avalacha y Que tengas suertecita, temas que el intérprete ejecutaba con la misma energía con la que se rendía ante sus fans y agradecía en todo momento. Un acordeón, unas botas viejas y un olor de cerveza se mezclaron con la garganta de los asistentes para corear éxitos como El Extrajera y Me calaste hondo y preparar el alma nostálgica con Mar adentro y Maldito Duende.
El Cocodrilo astronauta realizó su primer encore cerca de las 22:23 horas para regresar a emocionar a los miles de rockeros que se extraviaron en el camino musical del español con Si y La chispa adecuada. "Enrique, Enrique, Enrique" nunca dejó de escucharse de las voces roncas y desgarradas por cantar junto a su ídolo musical con De todo el mundo y cerrar una mágica velada con la emotividad de Y al final a las 23 horas. Dos horas de Bunbury, dos horas de recuerdos, voces cansadas pero no rendidas y corazones agitados dejó el español por su paso por Puebla y que continuará por la república mexicana.
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