Batman; Un héroe que no envejece

Batman nació como héroe romántico, como icono de aspiraciones justicieras, su dolorosa metamorfosis hacia un ser oscuro

Batman; Un héroe que no envejece
Agencias | No fue expulsado del reino, nació fuera de él y quiere recobrarlo para los demás Batman; Un héroe que no envejece

Corrían los tiempos de la época de oro del cómic; periódicos y revistas llenaban sus páginas de historietas de súper héroes y villanos que reflejaban algo más profundo que una lucha ficticia entre el bien y el mal. Al iniciar la segunda guerra mundial, el ciudadano común -sobre todo el estadounidense- estaba urgido de reafirmar su militancia en el bando de los "buenos", ya fuera en el combate al nazifascismo o contra la "amenaza roja" de Moscú. El cómic era, sin más, un producto de consumo popular que retroalimentaba las ideas nacionalistas. 

Este escenario fue propicio para la aparición de un personaje que a lo largo de 80 años ha logrado lo que ningún súper héroe: transformarse a la par de las innovaciones tecnológicas e influenciar de manera determinante la cultura de masas.

Aunque la mano y la pluma creativa de Bob Kane y Bill Finger fueron el ala que impulsó el vuelo público del hombre-murciélago, otras manos, plumas y visiones de ilustradores, escritores, músicos y cineastas han contribuido a consolidar el mito del vigilante de Ciudad Gótica. De Neal Adams a Frank Miller, de Tim Burton a Christopher Nolan, de Billy May a Hans Zimmer; todos han puesto su grano de arte al servicio de una estética que trasciende lo cómico y alcanza las alturas de lo mítico.

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La industria alada

¿Hasta qué punto la visión original de Kane y Finger se reinventó por sí sola, siguió un camino ajeno a la mera diversión y se constituyó en reflejo de la cultura moderna? Si Batman nació como héroe romántico, como icono de aspiraciones justicieras, su dolorosa metamorfosis hacia un ser oscuro que mira desesperanzado la catástrofe de la urbe a manos de criminales y poderes corruptos se acentuó con la visión de una sociedad que hizo de la violencia una mercancía.

No es casual que la industria generada alrededor del hombre-murciélago supere con creces a la de cualquier otra marca de súper héroe. Ni sus creadores soñaron con la bonanza financiera que produciría su personaje; el millonario extravagante de ficción pasó a ser una sólida y bien cotizada empresa en la bolsa de valores.

Pero el valor real del batifenómeno es haberse convertido en un producto cultural, con su propia estética, con su filosofía de ver un mundo donde la impunidad no gobierne las calles ni las instituciones: un valor más ético que comercial.

Una fantasía oscura y compleja

El nacimiento de la novela gráfica, esa gran heredera del cómic tradicional, imprimió a Batman un carácter literario, las herramientas narrativas fortalecieron el perfil del héroe y los villanos, el ambiente apocalíptico de la urbe, los escenarios donde los "malos" sólo eran traviesos y jocosos al inicio, la compleja psicología del criminal que "sólo quiere incendiar el mundo", como diría el sabio Alfred Pennyworth en The Dark Knight. El arte se alió al Caballero Oscuro y juntos mostraron la urgencia de oponer la justicia a la violencia.

Aunque comparada con la biografía de otros héroes de cómic, la de Bruce Wayne no presenta mucha innovación, aunque sí añade una gran distancia en cuanto a su carácter mítico: él es humano, sus poderes tienen la limitación física de cualquier mortal, es millonario pero eso no lo hace invencible y sus contradicciones sentimentales se mueven por igual del odio a la piedad, del perdón a la venganza; todo esto lo aleja del perfil heroico común, pero lo acerca más al ideal homérico del hombre como semidiós.

No fue expulsado del reino, nació fuera de él y quiere recobrarlo para los demás. Se acerca más a Prometeo que a Perseo. Un Prometeo que va haciéndose más sofisticado conforme pasa el tiempo.