Regresas a Puebla sin Freddy, ¿hubo algún distanciamiento entre ustedes?

-No, no hay un distanciamiento con Freddy, sólo fue una confusión. Yo lo hacía de viaje en Estados Unidos, salió esta invitación y me avente a hacerla solo; pero resulta que él se va hasta enero. Las personas muchas veces piensan que vivimos juntos, pero no es así. De hecho, un día antes estaré con él en la CdMx.

Fue muy poco tiempo para armar el show, ¿cómo lo lograste?

-No es algo improvisado, de hecho son personajes que ya he trabajado. Es un show con stand up. Yo salgo sin ninguna caracterización; sólo yo hablando de lo cotidiano, del gimnasio, de los baños del Sanborns. De hecho acorté mi show a una hora veinte minutos para que mis compañeros que van conmigo, Oswaldo Salinas y Herson Andrade, puedan realizar su show, aunque yo salgo alternando con los dos, dónde con uno de ellos hago una intervención de superhéroe y cuando me pregunta cuál es mi poder, le digo: “querer”; y me dice: “¿cómo querer?” Y yo le respondo: “sí, querer es poder”.

Y entonces él me dice que vaya haciendo los súperpoderes de Flash, La Mole y otros, y yo los voy haciendo. Luego sale el personaje de Trump y al final salgo del Peje, donde nos damos hasta con la cubeta.

¿Qué tan importante es para ti regresar a Puebla?

-Imagínate yo estoy muy agradecido con Puebla. Nosotros empezamos nuestra carrera allá. Participamos en el arlequín del Club de la Buena Suerte, donde aprendí mucho de cómo hacer televisión. También realizábamos un show en ‘El Cadillac’, negocio propiedad del papá de Éric Rubín.

¿Pensaste algún día en tener mucha fama?

-Yo no quería ser famoso, yo quería hacer comedia. La gente que se quiere hacer chistosa está ofendiendo a la comedia. La comedia debe tomarse muy en serio. Cuando nosotros iniciamos, yo ayudaba a mi hermano a hacer sus números, elegía el vestuario y me aprendí sus números. Al final, como yo practicaba taekwondo, brincaba y al final de la coreografía salía abriéndome de piernas; eso lo hacía muy bien.