La cultura es un bálsamo en este tiempo de tragedia cruel: Manuel de Blas

Con más de 200 producciones a sus espaldas, cara visible del cine fantástico español desde hace más de cincuenta años, ha trabajado en proyectos en los que estaban los míticos Boris Karloff o Marlon Brando, Bud Spencer y Terence Hill.

La cultura es un bálsamo en este tiempo de tragedia cruel: Manuel de Blas
EFEI La cultura es un bálsamo en este tiempo de tragedia cruel: Manuel de Blas

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Actor de múltiples registros, con más de seis décadas de profesión, Manuel de Blas ha sido distinguido con el Premio Nosferatu del Festival de Cine Fantástico de Sitges. Feliz y emocionado, defiende en una entrevista con Efe que "la cultura es un bálsamo en este tiempo de tragedia cruel y terrible".

Con más de 200 producciones a sus espaldas, cara visible del cine fantástico español desde hace más de cincuenta años, ha trabajado en proyectos en los que estaban los míticos Boris Karloff o Marlon Brando, Bud Spencer y Terence Hill, y lo han dirigido desde Carlos Saura y Jaime Camino en el cine, a Lluís Pasqual y Núria Espert en el teatro.

“Cuando en julio me comunicaron que me darían el premio, estuve agradecido e ilusionado, y luego, conforme ha ido avanzando la pandemia y ahora ya en la segunda ola, siento que tengo el compromiso de estar donde debo estar, con toda la gente de Sitges. La cultura es fundamental”, apostilla.

A la vez, cree que es necesario, a pesar de todo lo malo que está ocurriendo, tener la actitud que tienen los organizadores del certamen y sus participantes.

“Llegué aquí -ha contado- y lo que veo es que todo el mundo está contento. Así es como hay que estar”.

Nacido en Badajoz (oeste) en 1941 rememora su llegada después a Madrid con apenas catorce años, tras morir su padre, con una maleta de cartón, hijo de maestra, y su curiosidad y su interés por crecer, llegando a una universidad, en la que cursó Ciencias Políticas, con profesores como el escritor José Luis Sampedro o el filósofo Paulino Garagorri, discípulo de José Ortega y Gasset.

Muchos de ellos, destaca, les daban a los estudiantes “claves”, en pleno franquismo, "con mucho cuidado, porque si no los empapelaban y esa fue una etapa muy importante de mi vida, pero por la tarde me iba a la Escuela de Cine".

Pronto participó en su primer rodaje, y reconoce que, sintiéndose como Alicia en el País de las Maravillas, intervino en El coleccionista de cadáveres, de Santos Alcocer, con Boris Karloff, aunque “entonces era muy joven y no le daba mucha importancia, pero con el tiempo lo he valorado más”.

Luego interpretó otras cintas de género como La orgía nocturna de los vampiros y El jorobado de la morgue, y, también estuvo con Bud Spencer y Terence Hill –“ninguno de los dos eran grandes actores”, considera- en la comedia italoespañola “Y si no, nos enfadamos”, en la que, además, intervino su esposa, Patty Shepard, fallecida en 2013.

Tiene ganas de contar, por otra parte, lo que le ocurrió en el rodaje de Cristóbal Colón: el descubrimiento, con Marlon Brando, quien, con más de 140 kilos y en un momento complicado de su vida, puesto que su hijo Christian había sido detenido por homicidio accidental del novio de su hermana Cheyenne, se solidarizó con un grupo de actores que no cobraban.

Manuel de Blas, que interpretaba a Vicente Pinzón, destaca que los actores, que grabaron en Malta, Islas Vírgenes y España, tuvieron muchos problemas para cobrar y que les devolvían todos los cheques que recibían de un banco de Miami.

Brando, que, según De Blas, estaba en otro nivel y no tenía ese problema, al enterarse de que actores ingleses y españoles no cobraban y habían redactado un escrito de protesta y amenazado con parar el rodaje, quiso suscribirlo.

“Nos dijo, traedme el papel, que lo voy a firmar yo también. Ahora lo que siento es no tener ninguna fotocopia de aquello, que al final conseguimos que nos pagaran”, precisa.

Premio Nacional de Teatro en 1992, guarda muy buenos recuerdos de la Medea que hizo junto a la actriz griega Irene Papas, dirigido por Núria Espert, durante los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992, y años más tarde, repitió con Papas en Troyanas, con la que recalaron en Roma, entre otras ciudades.

Con la pandemia, lamenta que todo esté funcionando a medias, “no sólo en España, también en Inglaterra o Estados Unidos", y con la gente del sector” deprimida".

Comprende De Blas que los gobiernos tienen “delante un problema sanitario enorme, pero la cultura la hacemos personas que comemos y que pagamos nuestros pisos y nuestros impuestos”.

Aunque amable en las formas, en la entrevista tampoco deja pasar que en muchas series de televisión en España apuesten solo por actores jóvenes, a diferencia de lo que ocurre en otros lares en los que actrices como Maggie Smith, Judi Dench o Helen Mirren tienen su peso. “Estoy de acuerdo con que haya chicos y chicas guapos, pero junto a ellos deben estar otro tipo de actores”, concluye.