Rompe Obra de Villoro la cuarta pared

La desobediencia de Marte, del escritor mexicano, cuenta la relación de amistad y rivalidad simultánea entre los dos científicos

La obra de teatro La desobediencia de Marte, escrita por Juan Villoro, abre por vez primera el telón, luego de ser escrita hace 35 años en la hoy extinta Alemania Oriental. Fue el sábado por la noche que se presentó la obra en el Auditorio del Complejo Cultural universitario. Los asistentes pudieron apreciar las actuaciones de los actores Joaquín Cosío El Cochiloco y José María de Tavira, quienes interpretan a dos astrónomos en el año 1600, Tycho Brahe, el mejor observador fáctico del universo, y Johanes Kepler, quien intentó comprender las leyes del movimiento planetario.

La puesta en escena del mexicano Villoro cuenta la relación de amistad y rivalidad simultánea entre los dos científicos, en una reunión ocurrida en el Castillo de Benatek, Bohemia. Dos genialidades casi contrarias que se necesitan porque se complementan. Sin embargo, como en toda representación, no son ellos los únicos personajes, el autor de El testigo rompe la cuarta pared al presentar los conflictos que también presentan los actores que los representan.

"Es una obra que viaja en el tiempo de 1600 a 2017 con una facilidad de ida y vuelta. Habla del teatro mexicano, la vida de los actores arriba del escenario, sus triunfos, fracasos y su vida personal. Es, hasta cierto punto, un maravilloso homenaje que Juan Villoro les hace a los actores y con ella se consagra. En ella combina el mundo actual con la de los astrónomos", había comentado el actor De Tavira, anteriormente en rueda de prensa.

La obra está bajo la dirección de Antonio Castro, con un reparto de primera Cosío y De Tavira, quienes construyen a sus personajes con maestría y dinamismo. Dos actores de distintas edades y formaciones que explotan lo mejor de sí mismos para mostrar lo que cada generación puede aportar a la escena.

Con una duración de dos horas, los actores mantuvieron al público atento a lo que se presentaba en escena, a manera de myse in abyme (puesta en abismo), Villoro realizó un ensamblaje preciso, donde el teatro contiene, a su vez, al teatro.

Si algo debemos reconocer en el autor de La noche navegable es que, durante toda la obra, mantiene un humor inteligente que hilvana con la seriedad los temas que presenta como la tensión entre la juventud y la vejez, el robo de ideas, además, plantea en su estructura el juego de planos, el universo vs la intimidad de los asuntos personales; la teoría de los planetas, de Kleper vs la teoría de la circulación de la sangre, de William Harvey; la grandeza y la envidia; la atemporalidad y el recurso del tiempo como obsesión de Tycho Brahe.

El escenario mantuvo una escenografía sencilla con objetos que parecen tener vida propia, los cuales continúan con movimiento constante gracias a la magia de la gravedad, la cual deja sólo fluir el destino de las cosas.

Una reflexión que ofrece la obra es la de la tendencia que tenemos al observar con más detenimiento lo que está a años luz de distancia que aquello que tenemos al alcance de la mano, Juan Villoro lo resume de este modo:

 

"Hay algo más misterioso que las galaxias: la persona que respira junto a ti".

 

 

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