Tiempo que resta busca apoyar a los marginados

El fundador del sello conversó acerca del origen que tienen de la cultura, donde Lukács y Gramsci ejercen una fuerte influencia

Tiempo que resta busca apoyar a los marginados
Magdiel OLANO | La editorial surge del concepto parusía. Tiempo que resta busca apoyar a los marginados

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Más allá de una finalidad económica y comercial, Tiempo -que- resta ha surgido como una "editorial" que busca apoyar a los marginados, alejada de lo academicista y sustentada en bases que tienen que ver con la estética y la política.

Afincado en pensamientos de la tradición filosófica, Joel David Jiménez Méndez lleva al terreno práctico lo que ha estudiado en el Colegio de Filosofía de la FFyL BUAP, comprometiéndose con el pensamiento y persiguiendo aquellos ideales de pensadores de tradición que llevarían a la sociedad hacia una revolución cultural, pues "no se puede cambiar el país sin que nos obsesionemos con la cultura", comenta.

En entrevista con El Popular, diario imparcial de Puebla, el también diseñador gráfico y fundador de la editorial Tiempo -que- resta en colaboración con Pool DunkelBlau, platicó sobre los retos a los que se enfrentan al ser una editorial independiente y el trasfondo ideológico de este proyecto de reciente creación.

¿Cómo das el primer paso para la creación de esta editorial?

-El proyecto Tiempo -que- resta nace de una función que tiene que ver con la estética y la política. Estética porque obviamente estamos en el ámbito de las letras, y política en el sentido de que yo pienso que la literatura en Puebla está gobernada por ciertos sectores que, si no son los que detentan un poder, sí son los que tienen más dinero, en el sentido exacto de las escuelas privadas. Creo que en la FFyL-BUAP hay un grupo que está tratando de doblegar a la institución para que les den el poder, en este sentido yo creo que nace Tiempo -que- resta.

 

 

¿A que hace referencia el título?

-Nace de un ensayo filosófico de Giorgio Agamben que tiene que ver con la parusía; es decir, el tiempo en el que va a llegar Jesucristo. No trato de hacer una moral, más que nada una política, una estética y separarlos, porque la gente con la que yo estoy en contra, reinterpretan los valores estéticos en unos valores morales, o sea: "Tú no vas con esta estética, estás mal, no eres un buen poeta, un buen narrador o un buen ensayista". Nosotros de ninguna manera tratamos de escoger, tratamos de hacer, no sé si lo logremos, pero sí poner esa fuerza impulsora a que todos sean escritores.

¿Qué representan las letras para ustedes?

-Vemos un valor en la escritura, que nos puede liberar de toda la violencia en el país, de toda esta ignorancia, de toda esta estupidez que estamos viviendo, de todo este absurdo que estamos viviendo hoy en día, hasta de risa, con la educación. Estamos influenciados por Georg Lukács, Antonio Gramsci, con la Escuela de Frankfort; sin embargo, también por Heidegger, no tenemos ese prejuicio, filosóficamente hablando, de peleas idiosincráticas e ideológicas que no llevan a nada.

 

Hablas desde la filosofía porque es tu formación, pero ¿cómo podrían acercar a gente de otras áreas y pensamientos?, que es básicamente lo que busca esta editorial, generar mayor amplitud

-Creo que el único método es no clasificar nada. Yo le decía a mi socio, Pool DunkelBlau, que no vamos a escoger nada y vamos a modificar lo menos posible, en ese sentido Tiempo -que - resta sólo es un paso, su único motivo es que haya un segundo paso con otras personas. Yo no soy celoso de que haya otros proyectos, al contrario, me ilusionan más para seguir haciendo cosas.

 

¿Siguen alguna línea de publicaciones?

-Seguimos la línea de seguir lo que todos rechazan. Si alguien es marginado, si alguien ha luchado y no se le ha publicado, esa es nuestra pauta, y de ahí seguimos para adelante. No sólo hemos publicado a gente de México, sino también de Argentina, etcétera. Tiempo -que- resta es hacer una ruptura con esa oligarquía, con las instituciones y es una forma de ser de cierto tipo de gente que cree que la literatura -y vuelvo a Lukács, Gramsci, la Escuela de Frankfort- y cree que la revolución cultural es la única forma que puede cambiar el problema que tenemos por lo menos en México.

 

Ahora lo aclaras, pero ¿cómo podría una editorial ir contra la academia si de cierto modo la editorial es un filtro de esas publicaciones que, como dices, son marginadas?

-Es difícil porque no puedes hacer nada sin alinearte porque no vas a hacer nada, yo por eso soy un estudiante como mucha gente que tiene que alinearse, pero este modo de alineación es un intersticio, una forma que se separa de ese sistema que, sin embargo, lo acepta, no lo ve tan dañino hacia su sistema.

 

 

"No se puede cambiar el país sin que nos obsesionemos con la cultura".