Ricardo Pérez Quitt, dramaturgo poblano, crítico e investigador del Teatro en México, se presentó en el encuentro con íconos del teatro para homenajear la trayectoria de Tomás Urtusástegui, que con 86 años de edad, platicó sobre los retos y mieles que ha recibido en su carrera como escritor y actor. Pérez Quitt, nacido en Atlixco, Puebla, ha sido una de las figuras más importantes e influyentes del teatro en México. Sus obras lo han hecho merecedor de distintos reconocimientos nacionales. El Popular, diario imparcial de Puebla, tuvo la oportunidad de charlar con esta personalidad, para comentar sobre su trayectoria y sus obras más destacables en su carrera como escritor. El poblano se dijo orgulloso de participar en este evento y reconoció el trabajo del Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla (IMACP), para ofrecer espacios culturales en este tipo de festivales.
¿Cómo descubrió su talento para escribir obras de teatro? −Yo pienso que fue algo natural, con forme vas entrando a la etapa de la adolescencia te haces 20 mil preguntas y se hace un mar en tu mente sobre qué va a suceder contigo en una primera inquietud. De forma natural me di cuenta que tendía yo a escribir, a procesar historias de la misma vida y a veces yo le metía un tanto de ficción para que contara dentro de mis adentros aquello, y finalmente ponerlos en un papel. De muy niño yo pensé que uno de los proyectos en mi vida era escribir un libro, pero lo publiqué muy joven gracias al maestro Emilio Carballido, un dramaturgo mexicano que me publicó en la universidad veracruzana. Si no hubiera sido teatro, ¿a qué se hubiera dedicado? −Me lo he cuestionado, a veces he pensado en el circo, en la danza contemporánea, en cantar, pero nunca estudié eso, siempre fue eso. Todo relacionado al arte. Matemáticas y eso, es para gente inteligente. ¿Cuál ha sido la obra con la que más se identifica? −Mi primera obra me marcó, aunque pienso que no es la mejor que tengo, pero le guardo mucho amor, es una obra que se llama Cuando las aves se acercan al sol, porque me dieron una beca para estudiar en Inglaterra con esta obra, me estrené en un teatro de bellas artes, no en el Palacio de Bellas Artes, era un teatro que ya desapareció. Estrené ante una sala llena y yo tenía 17 años, entonces todo aquello no me dejó dormir, fueron muchos días en que pensaba en el éxito hasta que aprendía reponerme de los éxitos y mejor trabajar por los fracasos. ¿Por qué escribir sobre problemáticas sociales, como en el caso de su obra Escombros? −Yo escribo de lo que me rodea, no necesito invocar a las musas, de pronto si abro la ventana de mi casa, o me subo al transporte público o camino por la calle, o prendo la televisión, no sé, veo realmente que vivimos en una sociedad bastante injusta, con un exceso de violencia y a esto le añades los desastres naturales que normalmente castigan a la gente más desprotegida, entonces por eso escribí Escombros, la obra del terremoto, pero del 85 y que digo que puede suceder en cualquier terremoto para que nos demos cuenta que siempre hay corrupción para esa gente que necesita ayuda, y se volvió a repetir la misma historia. Tengo otra también que se llama El vulcanólogo, que es justamente del volcán que tarde que temprano nos está alertando toda la vida. Lee: María Fernanda Heredia: Creo que la literatura es poderosísima¿Y en el caso de Más sabe el Diablo por viejo? −Me gusta mucho la tradición, hablar de lo nuestro, hablar de nuestras raíces, no solamente en esa obra, sino también en Auto de fe, que es un proceso inquisitorial que reclama la justicia sobre la época prehispánica y todos esos momentos. ¿Qué es lo más representativo que el teatro ha hecho por usted? −Yo pienso que es un tanto que si yo quiero que el teatro viva de mí, yo tengo que vivir del teatro, que es una relación mutua y para eso tengo que trabajar, tengo que escribir y tengo que subirme al escenario para que pueda recibir del teatro. Entonces he recibido del teatro todo: portazos en la nariz, he recibido compensaciones, becas, viajes, he construido una familia, he tenido hijos que he formado con el teatro. ¿Y qué ha sido lo más difícil? −La disciplina cotidiana; es decir, en la época de joven que fue bastante difícil. ¿Existe algún proyecto que haya querido hacer y que no haya podido? −Normalmente los voy cumpliendo en su momento. Alguna vez quise escribir un libro y lo hice, hace tiempo pensé en que mi obra fuera vista por el público y lo logré, quise hacer una revista independiente del teatro y la hice; quise conocer el mundo y es decir, las nuevas ilusiones se van dando con forme para el tiempo y los días. ¿En algún momento de su carrera quiso renunciar? −No, nunca, a pesar de todos los pesares nunca, eso me ha dado mayor fortaleza. Yo creo que es una fiesta gloriosa, bastante fortuita a nuestro favor. Se ganó la batalla en una guerra, que culmina con el fusilamiento de Maximiliano, que en lo personal fue un tipazo, y fue una víctima del imperialismo total, que tuvo que ver también con Estados Unidos para que no fuera territorio francés y siguiéramos siendo como es, una parte que hasta la fecha de una deuda que no hemos pagado desde aquella intervención. Es muy polémico, y qué bueno que el gobierno lo festeje con eventos culturales como de esta naturaleza, porque de esta manera podemos postergar un triunfo como República. ¿En algún momento el mundo del teatro se podrá reponer de la pérdida de Víctor Puebla? -Sí, yo creo que todo tiene un luto. Nos hemos repuesto de la pérdida de Shakespeare por ejemplo. Todo tiene un luto y tiene un tiempo, nada es eterno. |