Llegó el domingo, ese que pintaba para fresco y lluvioso, el que contaba con la promesa de Andrea Christiansen para pasar un fin de semana lleno de risas, esas que curan el alma. En el teatro de la ciudad de Puebla, decenas de niños continuaban llegando a pesar de que el reloj marcaba poco más de las 12 horas, todos emocionados esperando conocer a la payasa Pimpolina. Una pequeña de 9 años llamada Emilia, dijo para El Popular, diario imparcial de Puebla, que fue a través de su mamá que se enteró de la visita de Pimpolina, pero que le emocionaba la idea de ir a divertirse un momento. Además, a su corta edad reconoce que los artistas extranjeros hacen un gran esfuerzo por venir a la ciudad, por lo que es una oportunidad que se debe aprovechar. "Me gustan los payasos porque nos hacen reír, y con la risa hacemos que los demás sientan lo que estoy sintiendo. Me llama la atención que los artistas hacen mucho esfuerzo para que nosotros veamos esto y para dar su espectáculo." El show comenzó, contando la historia de una payasa cuyos sueños giraban en torno a la felicidad que podía alcanzar con la música. El antagónico, un hombre elegante y de traje que frustraba todos los intentos de la payasa por ser feliz. Así sin hablar, la payasa del escenario hacía reír a todos los presentes; aplausos y ovaciones se escuchaban cada que se asomaba al escenario luego de cada intento fallido por tocar un instrumento. Corriendo entre las butacas del teatro, la payasa repartía abrazos y saludos a todo el que se lo permitía. Pimpolina se despide del público y agradece a los presentes. Los niños le gritan que no se vaya, se siente la nostalgia del final de un show. Así, los presentes salen del teatro, para volver a la realidad de la cotidianidad. El mensaje: lucha por tus sueños, no importa quién ni cuántas veces se interpongan en el camino. Lee: Regresa Pimpolina con show fabricado de sueños y risasEl trasfondoEn una conversación previa al inicio de las presentaciones, la maestra del clown Andrea Christiansen comentó que el propósito del espectáculo, además de hacer reír al público, pretendió evocar a la reflexión en el sentido de la revelación ante la arbitrariedad e imposición que la sociedad asigna en un contexto determinado, en especial con los niños. Luego de que la Organización Mundial de la Salud, declarara a todos los payasos del mundo como Doctores Honoris Causa en el 2011, para Andrea esto representaría un reto, una responsabilidad y una necesidad de salir a "curar gente", de modo que luego del Festival de la Risa, surgieron las giras de Pimpolina.
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