Giovanni Patrón y la ilusión del movimiento

Describe la degradación de la labor cotidiana por la flexibilidad del mercado laboral

El sociólogo estadunidense Richard Sennett en su libro La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo, describe la degradación de la labor cotidiana por la flexibilidad del mercado laboral. Un trabajador, en el siglo XXI, es una pieza de intercambio. Lentamente ha ido perdiendo la identificación con su actividad y queda en un limbo volátil, sujeto a los designios de las inversiones y de la obtención de ganancias para sus patrones. En el caso de las actividades manuales, la esforzada transformación de la materia ha sido dejada, en la mayoría de los casos, a las máquinas. Moldear arcilla, cardar la lana, desbastar la piedra o darle forma a la madera –ayudados por las herramientas más primitivas– ha perdido, en la modernidad, la connotación mágica que tenía antes. Sin embargo, si nos enfrentamos a esos desafíos con las manos desnudas, podremos experimentar el combate con elementos naturales que se nos resisten, como lo hicieron nuestros antepasados. Por esta razón, esta labor otorga dignidad al esfuerzo físico; crea un vínculo entre el hombre y la naturaleza.

Giovanni Patrón, artista que ha encontrado su lenguaje a través de la experiencia autodidacta y el trabajo con comunidades indígenas de Puebla y algunos estados vecinos, muestra con sus cucharas y tenedores el valor del utensilio y, al mismo tiempo, le otorga una función estética y simbólica. La función utilitaria, una sobre la que apenas reflexionamos, pero que en tiempos remotos significó un avance importante para la civilización, es la escenografía en la que el autor recrea la naturaleza. El pez que asoma su perfil sobre el agua o el cuenco que, en lugar de la perfección busca la tosquedad, son maneras de viajar en el tiempo y recuperar una visión ya olvidada. Hay una predilección por las formas curvas lo que confiere a las piezas una ilusión de movimiento, una sensación de que las hemos atrapado vivas. El mango de una cuchara puede ser una rama en la que se posa un ave o las aletas simplificadas de un pez. A veces la cuchara parece que quiere ser otra cosa, como una ramificación que aún no cumple su ciclo o un insecto que se camufla para escapar de la mirada del enemigo. Los utensilios, colocados juntos, con sus perfiles familiares pero extraños al mismo tiempo, semejan una escritura antigua que nos invita a descifrar.

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Pablo Picasso realizó, en 1945, una serie de once litografías en las que rinde homenaje a la figura del toro. Cada imagen representa la evolución del trabajo creativo iniciando desde la imitación realista –un homenaje a la pintura rupestre– y culminando en la abstracción. En las cucharas y tenedores de Giovanni Patrón se funden estas dos perspectivas: el asombro de los antiguos artesanos y la capacidad de moldear en la madera abstracciones que provoquen la imaginación del espectador. Los utensilios del autor también nos recuerdan que el ser humano no es el centro de la naturaleza, sino un elemento que se integra con humildad y que dialoga con ella a través de la paciencia y el tiempo.


 


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