Maestro 'Lalito' llega a sus alumnos en su escuelita movil

Maestro rural convierte su bici en escuelita móvil por pandemia. El profesor Gerardo Ixcoy se las ingenió para que sus alumnos tuvieran clases a domicilio

Cuando la pandemia de coronavirus cerró las escuelas de Guatemala, un maestro del pequeño pueblo de Santa Cruz del Quiché juntó sus ahorros para comprar un triciclo de carga, y de esta manera, llevar sus clases directamente a las viviendas de sus alumnos.

El maestro se llama Gerardo Ixcoy, pero los residentes los pueblo lo conocen como ‘Lalito 10’, un apodo que ha tenido desde la infancia.

El maestro Lalito transformó su bicicleta en un salón móvil, con láminas de plástico para prevenir el contagio de Covid-19, un pizarrón y hasta un pequeño panel solar conectado a un reproductor de audio que utiliza para sus lecciones.

Todos los días, el maestro de 27 años de edad pedalea por los campos agrícolas de la zona para dar clases particulares a sus alumnos de sexto grado de primaria.

Cada estudiante tiene clase con ‘Lalito’ entre dos y tres veces por semana.

“Los teléfonos celulares que tienen en casa son muy básicos”, dijo Ixcoy a la AP. “No pueden descargar aplicaciones como Zoom que te permitan dar una clase virtual”. Así que el maestro se las tuvo que ingeniar para seguir dando clases.

“Intenté que los niños recibieran sus hojas de trabajo enviando instrucciones a través de WhatsApp, pero no respondieron. Los padres me dijeron que no tenían dinero para comprar paquetes de datos y que otros no podían ayudar a sus hijos a entender las instrucciones”.

La pandemia ha dejado a muchas familias en situaciones muy complicadas, donde el trabajo es precario para los padres y la monotonía es una aflicción para los niños, pero los alumnos reconocen el esfuerzo de su profesor.

Afortunadamente, las clases a domicilio de Lalito han tenido un impacto favorable en los niños, “porque ahora no estoy recibiendo clases normales”, dijo Óscar, uno de los estudiantes. “El maestro Lalito solo viene un rato para enseñarme, pero aprendo mucho”.

Los padres intentan compensar las labores del maestro en ruedas con los escasos medios que tienen a su alcance.

“Un día, la madre de un estudiante me dijo que no tenían comida”, dijo Ixcoy. “Cuando terminó la clase y comencé a alejarme en mi triciclo, ella me llama y con una mirada de agradecimiento dice: ‘Maestro, me dieron algo de comida, quiero compartir la mitad con usted'”.

“Llegué a casa llorando”, recordó.


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